Freud deja bien claro que los ataques epilépticos del escritor no eran provocados por una falla orgánica, donde un enfermo tiene una perturbación exógena, acompañado de
imbecilidad y un desarrollo detenido. En
el caso del escritor lo ve como una falla anímica. Una neurosis es una falla endógena.
Consiste en una descarga somática de excitación que no puede asimilarse psíquicamente.
El
padre como rival de su hijo por el amor que ambos profesan a la
mujer, que es la madre del niño y el
deseo de eliminar al padre como enemigo; el parricidio es el crimen principal de la
humanidad. La situación origina la culpa y el temor de ser castrado. Por ese
miedo a perder la virilidad resigna el deseo de poseer a la madre y eliminar al
padre. Frente al acto de la castración que se
vuelve intolerable, el niño cede y acepta compartir a la madre.
Ese
deseo se asienta en el inconsciente; no se analiza en el plano de la conciencia
y será la base de la culpabilidad.
Freud
sostiene que comenzaron a los ocho años, con el crimen de su padre asesinado
por los mujiks. Los ataques vistos como un castigo por haber deseado la muerte
de su padre inconscientemente. El deseo cumplido se hizo una realidad. El histérico vive el síntoma de esta manera: "tu quisiste
matar a tu padre; ahora e tu padre muerto te mata.”
Zweig -en cambio- afirma que aparecieron después del simulacro de muerte para luego perdonarlo y enviarlo a Siberia. De
uno u otro modo comenzaron luego de la muerte paterna o la suya, pero siempre
el ítem fue el mismo.
He
leído el diario de Ana, su segunda mujer, donde afirma por escrito que en ciertos períodos podía tener más de un ataque diario. Frente a
la culpa, una reacción masoquista que desborda en el ataque.
Catorce
años antes de morir, saldadas las deudas
de su hermano muerto, ya sin el problema de ser encarcelado por los acreedores,
éstos disminuyeron. Es posible que la edad
apaciguara la neurosis que se los
provocaba, sintiéndose al fin liberado.
Freud
no tomó en consideración la muerte por un ataque de epilepsia de su último hijo de dos años, del cual nunca logró recuperarse. Esta enfermedad es hereditaria.
Para Freud, la mente del escritor no se vio afectada
por dichas crisis, ya que fue y es uno
de los más brillantes novelistas del S XIX y que difícilmente podamos encontrar
otro en los siglos venideros.
Stephen
Zweig, amigo del psicoanalista, afirmá en su ensayo que solamente en tres de
sus escritos notamos su alma angustiada
por esos continuos ataques, donde perdía la conciencia: tenía convulsiones
musculares y la espuma se derramaba por su boca. Histeria grave, síntoma de neurosis,
no epilepsia, admite Freud: un hombre con profundos trastornos anímicos puede llegar a esos excesos por reacciones frente a
situaciones traumáticas. Los datos de esa época no eran confiables como ahora.
Freud
no toma en cuenta y ni siquiera nombra la muerte temprana de su madre, que un niño de pocos años debe haber vivido de
forma dramática. Sí admite la severidad del padre, que murió asesinado a golpes por sus campesinos y la consecuencia de una neurosis, plagada de
culpabilidad por el sentimiento inconsciente de haberle deseado su fin. Sin embargo,
muerta la madre: ¿podía seguir existiendo el complejo de Edipo? La relación con
los padres siempre es ambivalente pero,
aun muerta la madre: ¿persiste la relación edípica en la mente o sería el odio
contra el autoritarismo paterno?
Pagó
toda su vida por ello. Por asistir a dos reuniones en casa del líder de un grupo político,
vivió seis años en Siberia: cuatro años de trabajos forzados y dos como soldado sin poder dejar la
región. Esos años no lo quebrantaron anímicamente, como si hubiera aceptado el castigo
del zar en la figura de una mayor y sacra autoridad. En Siberia, ciertamente, se reavivó ese sentimiento en el inconsciente de haber deseado la muerte paterna.
DOSTOIEVSKI
En Memoria de la casa de los muertos escribe sobre el presidio, logrando arrancar a Rusia de la indiferencia frente a estos prisioneros. Pero antes de ser enviado a ese páramo infernal, le taparon los ojos y simularon matarlo. Este momento debe haberlo marcado profundamente, sin posibilidad de olvido. Ambos momentos fueron cruciales; la muerte paterna y el simulacro de su muerte.
En Memoria de la casa de los muertos escribe sobre el presidio, logrando arrancar a Rusia de la indiferencia frente a estos prisioneros. Pero antes de ser enviado a ese páramo infernal, le taparon los ojos y simularon matarlo. Este momento debe haberlo marcado profundamente, sin posibilidad de olvido. Ambos momentos fueron cruciales; la muerte paterna y el simulacro de su muerte.
Regresó
casado y con un hijastro a San Petesburgo. Su primera mujer muere al poco
tiempo y el hijo de ella no hará otra cosa que exigirle dinero y, si no lo tenía,
se llevaba algo de valor de su departamento para vender, sin ninguna protesta
del escritor. Hasta sus últimos momentos, el hijo de su mujer quiso ver al moribundo postrado, pero su mujer Ana logró echarlo sin permitírselo.
Junto a su hermano, edita una revista que llena de sus artículos sin poderlos firmar. Para el resto de su vida su correspondencia y escritos fueron leídos por la policía .
Muere su hermano de repente, cargado de deudas de la imprenta y, por un sentimiento de honor, Dostoievski se hace cargo no solamente de la deuda impaga sino de los gastos de su cuñada y de sus sobrinos, nunca del todo satisfechos. ¿Estas deudas heredadas era su manera de pagar por un parricidio no realizado, salvo en su inconsciente? Si en él hubo una pulsión destructiva, se expresó de modo masoquista como aceptando pagar lo que su inconsciente le exigía.
Junto a su hermano, edita una revista que llena de sus artículos sin poderlos firmar. Para el resto de su vida su correspondencia y escritos fueron leídos por la policía .
Muere su hermano de repente, cargado de deudas de la imprenta y, por un sentimiento de honor, Dostoievski se hace cargo no solamente de la deuda impaga sino de los gastos de su cuñada y de sus sobrinos, nunca del todo satisfechos. ¿Estas deudas heredadas era su manera de pagar por un parricidio no realizado, salvo en su inconsciente? Si en él hubo una pulsión destructiva, se expresó de modo masoquista como aceptando pagar lo que su inconsciente le exigía.
El
zar -por el cual el ruso siente un temor
reverencial, como la máxima figura paterna con mayor autoridad- lo condena. Acepta el castigo sin rebelarse, como si fuera merecido.
Escribe
novelas por entregas y allí conoce a su segunda y muy joven mujer, que trabaja
con él como dactilógrafa; se casan y al poco tiempo las deudas heredadas lo llevan a
emigrar a Europa para quitarse de encima a los acreedores por unos años.
Retorna a jugar en un pueblo de Alemania, como búsqueda de un nuevo autocastigo, pues la miseria lo condena a una satisfacción patológica. Todo lo que poseían
fue vendido para recuperar lo perdido: candelabros de plata, adornos, alhajas
hasta el ajuar, pieza por pieza de su mujer.
Pide
adelantos por anticipos de capítulos de novelas sin escribir aún. Un día por
fin abandona el juego para siempre y nunca más pisará esa ciudad de Alemania,
donde existía un casino.
Su
mujer no comprendía la causa psicológica
pero él, aliviado por el castigo impuesto y el derrumbe financiero, puede
entonces permitirse el éxito.
Tienen
una hija que muere a los tres meses. Sin consuelo, abrumados, dejan la ciudad; visitan otros países; lleva a su mujer a conocer sitios y cuadros en museos, que le habían fascinado. Tienen
otra hija y -embarazada del tercero- deciden regresar, pese a los acreedores que
los esperan. El niño nacerá en San Petesburgo. El exilio había sido largo y no toleraban vivir fuera de Rusia.
El escritor era irritable, difícil de manejar, exigente, no deja que su mujer se vista de acuerdo a su edad, aunque la mayor pulsión destructiva era hacia sí mismo. Vivió toda su existencia -salvo esos últimos catorce años- aceptando
las deudas fraternales y las propias por el juego, como si fueran justas.
Tres
obras maestras tratan sobre el parricidio: Edipo, que mata a su padre en
un cruce del camino, sin conocerlo, mientras intenta abandonar a sus padres
adoptivos para no matar a quien creía su padre.
Hamlet, donde su tío comete con la aceptación de su madre el crimen paterno, que el príncipe danés vive con un sentimiento de culpa agobiante, por momento alcanzando períodos de demencia, tal vez por los deseos ocultos que tuvo de niño.
En Los hermanos Karamazov nos asombra, pues Dimitri no cometió el crimen; fue Iván, pero la psicología busca no quien lo ejecutó sino quien lo quiso cometer, quien tuvo ese sentimiento. La simpatía del autor por el criminal es notoria. Al cometer el crimen libera a los demás de la tentación de la pulsión asesina.
Hamlet, donde su tío comete con la aceptación de su madre el crimen paterno, que el príncipe danés vive con un sentimiento de culpa agobiante, por momento alcanzando períodos de demencia, tal vez por los deseos ocultos que tuvo de niño.
En Los hermanos Karamazov nos asombra, pues Dimitri no cometió el crimen; fue Iván, pero la psicología busca no quien lo ejecutó sino quien lo quiso cometer, quien tuvo ese sentimiento. La simpatía del autor por el criminal es notoria. Al cometer el crimen libera a los demás de la tentación de la pulsión asesina.
El
escritor había escrito sobre el criminal común, por
codicia, y el criminal político y religioso, dejando su más profunda obra magistral en esta novela sobre un parricida, expresado en forma literaria.
Bibl: Zweig, Stephan:
Sigmund Freud: Obras completas, tomo XXI: Dostoievski
y el parricidio. Año 1928 (1927) Amorrortu editores, Bs. As, agosto de 1992
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