sábado, 26 de julio de 2014

Pascal



  
S XVII

Luis XIV se casó con María Teresa de Austria, hija de Felipe II, acérrimo defensor del Catolicismo.

Fouquet, ministro de finanzas, es acusado de malversar los fondos del Estado y  el Rey Sol no volverá a nombrar ningún intendente en economía.
Inglaterra: después de decapitar a Carlos I, Cromwell sigue en el poder. 
Será Luis XIV quien  ayudará  más tarde a Carlos II  para reconquistar el trono;   su padre hijo y   nieto, son reyes  que  pasaron sin pena y sin gloria.

Asesinan a Henri IV en 1610, casado en segundas nupcias con María de Médicis, madre  de  Luis XIII y regente de Francia. Gobierna junto al cardenal Richelieu, hasta la mayoría de edad del futuro rey.  A la muerte del cardenal Richelieu  le sigue el cardenal Mazarin. 

Luis XIII se había casado con Ana de Austria, hija de Felipe II. Luego de veinte años sin hijos, nació Luis XIV. El rey hace construir el Petit Trianon, pabellón de caza de doce habitaciones. Muere Richelieu y un año más tarde el rey Luis XIII.
El delfín tiene cinco años. La madre es la nueva Regente junto al joven cardenal. Los niños viven entre sirvientes; la reina  se ocupa muy poco de ellos y gobierna el país junto a su amante, el cardenal.
El país una vez más, tiene problemas económicos a causa de la guerra contra España: las rentas no cubren los gastos. Ana de Austria, aconsejada por el cardenal, toma una decisión que los nobles feudales no aceptan y se sublevan, dando origen a la Fronde, que llevan al exilio a la Regente, al delfín y  al cardenal; se refugian en Poitiers. 
El futuro Rey  Sol jamás olvidaría el trauma que le causó esa crisis. Cuarenta  años más tarde el Rey Sol se ocupará de la construcción de Versalles, que consta de doscientas habitaciones,  donde reunió a  la nobleza para tenerlos  bajo su  astuta mirada y la más estricta etiqueta. No ser aceptado en Versalles era un deshonor para los nobles, los cuales  se desvivían por una sonrisa, un gesto, una palabra del rey.

Blaise Pascal


De una familia burguesa  de  nobleza provinciana, nace este  un niño débil, nervioso, que sufre tremendas cefaleas, convulsiones violentas y crisis  todas  manifestaciones traumáticas. Toda su vida osciló entre la razón,  la sabiduría, la fe y las situaciones familiares que lo enfermaba  hasta temer por su vida.  

Muere la madre y deja tres  niños.  Nunca fueron a la escuela.  Su padre  será el único maestro, inspirado en Rabelais y Montaigne; les enseña a leer con piezas de cartón; aprenden la gramática sin exigencias ni castigos. Nunca les impone aprender algo sin comprender. Esperaba despertar en ellos el modo de encontrar las respuestas. Los introduce en la lógica  y el francés; a los siete años aprenden latín. Despierta su interés por la historia y  la geografía. Las matemáticas llegaría más tarde. No mezcla religión con  educación. La Fe no se enseña; no es una ciencia: es un sentimiento, sostiene.
El padre fue un autodidacta intelectual, científico y  teólogo. No dejó que fueran al colegio: le disgustaba lo dogmático de la enseñanza: deseaba que sus hijos satisficiera  su curiosidad, sin tener la obligación de adquirir un diploma. 
Pascal guardó  un buen recuerdo de estas enseñanzas.
El padre se dio  cuenta de que Blaise y Jacqueline eran dos prodigios; Blaise era curioso; Jacqueline, una apasionada por la literatura y a esa edad ya componía poesías que Corneille  admiraba.
Cinco años después de ser viudo,  se instaló en Paris con sus hijos  de diez, ocho y   seis años, más la gobernanta que nunca abandonará a la familia. Estienne es admitido en los círculos académicos científicos y filosóficos.  Sigue enseñando a sus hijos, siempre con el mismo método  de buscar el origen de la causa. Blaise fue primero un científico y más tarde un teólogo. 
Cuando  tiene doce años, el padre decide que cuatro días a la semana se hablará latín; a su vez les enseña griego, física y filosofía.
No sabe matemáticas todavía, porque su padre no encontraba un método adecuado; a escondidas, el hijo descubre los números que se volverán su pasión. El padre lo descubre en el suelo, rodeado de círculos, ángulos y paralelos. También se interesó por la geometría; le habla de axiomas y definiciones. Frente a esta  precocidad,  pide la autorización en la Academia para que su hijo asista a las reuniones como observador mudo; los sabios  lo aceptan.  El niño de  doce años ya se codea con los más célebres matemáticos. Devora libros de la biblioteca paterna y busca sobre todo los tratados de matemática. 
Estienne asiste al salón de Madame  de Scudéry; lleva a sus hijos  a la Comédie  y asisten a la primera representación del Cid de Corneille. Jacqueline vive embelesada con la poesía y el teatro; es una pasión que la desborda. Escribe y aprende de memoria obras de teatro completas. 
Nadie sabe en ese momento que esta pasión de la niña salvará a su padre del exilio. Su padre invirtió todo su capital en una firma que quebró. Con otros damnificados protesta y defiende sus derechos. La policía lo busca injustamente, aunque logra huir. La gobernanta y los tres niños en París pasan momentos económicos difíciles. Blaise se refugia en las matemáticas. Jacqueline tiene viruela, quedando con algunas marcas en la cara. El padre regresa escondiéndose  para cuidar a la niña. Se desespera por obtener una amnistía pero se la niegan. 
Jacqueline tiene  trece años y con su talento obtendrá de Richelieu el permiso para el regreso de  su padre. La niña  improvisa con facilidad y desconcierta a los poetas: le piden que escriba un acróstico y la aplauden con entusiasmo; es presentada a la Reina Ana; le piden que improvise algunos versos en honor a la soberana. En pocos minutos la adolescente  escribe un epigrama sobre el movimiento del niño en el vientre: la reina estaba embarazada, luego de veinte años sin hijos y queda embelesada. La quiere a su lado  en la Corte. Cada mañana la traen de París y cada noche regresa a París. La reina da a luz a su hijo, el futuro Luis XIV; le presentan al rey Luis XIII. La convocan para representar el rol de Casandra; es una adorable comedianta y poeta.
Ella le pide en una poesía la libertad de su padre al Cardenal  Richelieu y éste acepta con la condición que Estienne vaya a verlo con su hija. Desea volver a verla. El padre regresa, es recibido por el cardenal, quien lo felicita por su hija. 

El padre  observa los progresos de su hijo de 16 años. Éste estudia  los principios de la proyección sobre los planos de figuras trazadas en el espacio; partiendo de los manuscritos de un académico,  le escribe a Descartes para anunciarle este prodigio.

Pero los triunfos de sus hijos no traen alimento a la familia. La renta del padre no recobró su valor.
Richelieu le propone un puesto en Rouen, capital de Normandía, como recaudador de impuestos; es  quien firmará las autorizaciones para encarcelar, torturar y exigir el pago. Richelieu necesita el dinero de los impuestos para la guerra contra España. Al padre le disgusta su nuevo trabajo, pero  es imposible no obedecer una orden del cardenal sin irritarlo. Tiene una linda propiedad, carruaje, sirvientes.
Blaise tiene diez y ocho años; sigue siendo un prodigio. No se rebela frente al trabajo de su padre;  fue siempre  sumiso.
La hermana mayor se casa con un primo y  vivirá en un palacete lejos de su familia. Su hermano enferma con  terribles dolores de cabeza y de vientre; está paralizado de la cintura para abajo. Escribe lo siguiente: “desde esta edad no pasé un día sin dolores”. No se queja; los males se calman y regresan otra vez; coinciden siempre con situaciones psicológicas. Se quedará con su hermana menor a quien adora. Ayuda a su padre en la administración fiscal.
La vida cultural en Rouen es intensa; reciben a Corneille que es  normando y ven  una representación de Molière, que acaba de fundar el ilustre teatro. Jacqueline tiene catorce años y se siente feliz con el encuentro de su poeta preferido. Corneille está encantado con la adolescente. Le lee escenas de sus tragedias. El dramaturgo la incita a que escriba, pues encuentra sus versos admirables; por su intermedio envía uno de sus poemas en forma anónima sobre la Concepción de la Virgen -protectora de Francia- para el nacimiento del delfín. Gana el primer premio de forma anónima y será Corneille quien  lo reciba en su nombre.  
Pasan algunos años. De nuevo un cimbronazo: Piden la mano de Jacqueline a sus diez y ocho años. Pascal cae gravemente enfermo. Un  nuevo problema emocional lo traumatiza; ama a su hermana intensamente y hace lo imposible para que no acepte el compromiso. Cuando Jacqueline se niega a casarse, su hermano mejora.
Por segunda vez  está a punto de ceder al matrimonio, pero se niega por tener otros planes; después de pasar cuatro meses en Port Royal, ser monja se vuelve su obsesión; su padre se niega, mientras él viva.  Jacqueline se encierra en el cuarto y lleva una vida  monacal hasta la muerte  de Estienne. Su hermano  no soporta vivir con un padre  moribundo y una hermana encerrada en su cuarto, como si fuera una celda. Por un tiempo se ocupa de tener una vida social, mientras responde a los desafíos  y a los enigmas que la ciencia le pone  en el camino. Se encuentra con sus amigos académicos y frecuenta el salón de moda de Madame de La Fayette. 
Muere su padre.  Luis XIV sube al trono a los diez y ocho años.  
Blaise,  ahora jefe de familia,  le niega también el permiso de entrar como monja e incluso  la parte de su herencia si lo desobedece; una noche Jacqueline se escapa al monasterio, sin avisarle. Otra vez enferma; la hermana mayor no sabe qué hacer. Jacqueline le hace saber que estará encantada de recibir la  visita de su hermano en el locutorio de Port Royal y si no puede ir por su salud,  siempre pueden escribirse. El no responde a  las cartas. Ya no tiene obligación de pedir su aprobación, pues es mayor de edad, pero no desea estar enemistados. Pasa cuatro meses como postulante y -al comenzar la etapa  del noviciado- necesita  pagar la dote que antiguamente se exigía para entrar a un convento. Cede a su hermano la mitad de su herencia, si de inmediato le adelanta la otra mitad para aportar como dote.  Pascal le cede una pequeña renta en espera de la herencia, pero estipulando que nada más obtendrá, si sigue empecinada con la idea.  Jacqueline se desespera; las monjas no la apremian pero ella siente que es su deber. Termina el noviciado y  debe hacer sus votos solemnes  al año siguiente. Le  escribe  a su hermano  que sigue esperando su visita. 
Pascal no soporta vivir solo en París. Le duelen las piernas y la cabeza; se instala en casa  de su hermana mayor, en Auvergne; pasa el invierno revisando los textos de física. 
Jacqueline enferma; pasaron dos años desde la muerte de su padre; su hermano abdica y le anuncia que pagará su parte; Jacqueline está feliz y le agradece.  Blaise, oculto entre la gente y con lágrimas, asiste a los votos perpetuos de  su hermana. Salvo  dos poesías religiosas,  Jacqueline nunca más se ocupó de escribir. La Orden se ocupa de educar niñas.
Pascal es un genio físico y matemático, que ilumina su época con descubrimientos de suma importancia, encontrando en la ciencia la claridad y el rigor que le son necesarios.  Pero se entabla una lucha entre seguir  dedicado a la Ciencia o defender el Jansenismo, a la cual está subordinada la Orden de Port Royal.
Mitad del S XVII 
Pascal sigue siendo un genio:
. Se conoce su máquina de aritmética, que se considera como una curiosidad. Todos los ordenadores de hoy tienen su origen en la máquina de Pascal, una vez pasadas del sistema decimal al sistema binario.  
Inventó la máquina de calcular. Descartes, el más renombrado matemático de su tiempo lo visita y queda tan sorprendido que regresa al día siguiente, antes de partir para Holanda. Dijo haber aconsejado a Pascal de medir la altura del mercurio en un tubo. Aunque su teoría sobre el vacío, denominada éter o materia sutil, estaba muy alejadas de la experiencia de Pascal. Descartes instala un tubo de mercurio en su cuarto para anotar las variaciones de la altura en la columna metálica, según   el tiempo que hace. 
• Se ocupa de la Teoría del equilibrio.
•  Establece la base de la hidrostática y de la Teoría de los conos.
• Inventa el cálculo de probabilidades y descubre los principios del cálculo infinitesimal e integral para poner a punto su Teoría del vacío.  
Partiendo de un hecho accidental  concibe una experiencia y de allí establece una ley.
Un mes más tarde Pascal recibe la visita del filósofo, publica su trabajo sobre el vacío y selecciona ocho experiencias. No afirma nada que no sea probado; nada está demostrado, pero está convencido que es el peso del aire que hace subir el mercurio en el tubo, haciendo equilibrio con la columna de metal líquido.  Inventa dos experiencias nuevas, donde prueba que la presión del aire exterior sobre la masa de mercurio es la causa de la suspensión de mercurio en el tubo, aunque todavía no es decisivo, pues no es incompatible con el horror al vacío.
Con esta sola y simple experiencia Pascal revoluciona la física de los fluidos e inventa el método experimental. Pone fin a la confusión entre el vacío y la nada y abate las bases de la hidrostática; espera diez meses para finalizar una teoría antigua de varios siglos, uno de los textos científicos más importantes, pues acaba de inventar el método científico.  No le interesa que la definición sea solamente clara sino verdadera. 
Sus experimentos atraen la atención de toda la Europa. Su teoría del vacío es confirmada a mitad del S XVII.  Experimentos sobre el vacío se realizan en Polonia, en Suecia y Holanda. Se espera con impaciencia los resultados finales que éste prepara sobre la geometría. Tiene la certeza de modificar el azar en verdad, la decisión en razón y haber conciliado la ciencia y el azar, esos dos opuestos. 
Se siente cómodo en la sociedad; Pascal necesita llenar el hueco que dejó su hermana en su vida. Frecuenta la Corte y comenta irónicamente como allí los hombres se ocupan se seguir “una bala o una liebre”; son los placeres reales.  Tiene veintisiete años; ser sociable fue una etapa   breve en su vida.
Port Royal será el fin del científico y el renacer del filósofo, menos genial que el primero. Todos sus éxitos no lo satisfacen: siente nostalgia de su hermana y de su casa vacía. La visita en el locutorio y paulatinamente se aleja del mundo científico. 
Surgirá el escritor, el filósofo que con dos obras se impone al mundo. Las Cartas lo harán más famoso a través de los siglos que todos sus descubrimientos geniales en el campo de la física. 
Luis XIV  siempre pensó que los jansenistas no eran ajenos a los problemas que tuvieron con la Fronde y para siempre será  sus enemigos.  Recordará  el miedo que tuvo en las divergencias teológicas entre los jesuitas y éstos. 
El desacuerdo con los jesuitas y jansenistas, enemigos acérrimos por defender  una diferente doctrina sobre la predestinación, será su nueva ocupación. 
Las Cartas publicadas en forma anónima  defienden la Orden de su hermana. A su vez se convierte en un asceta, vende o regala prácticamente todo sus bienes para   formar parte de la vida de los reclusos,  por períodos esporádicos.  
A mitad del siglo, luego de una noche oscura, acepta hacer un retiro en Port Royal, entre  los reclusos. Abandona su casa y se instala en un cuarto en donde viven la mayoría de los “Solitarios”. Cada día emprenden el camino a la iglesia para rezar con las monjas. Este científico famoso, hermano de una religiosa, es muy bien recibido. Acepta el  régimen draconiano; se levanta a las 5 am, asiste a la misa, lee la Biblia, a San Agustín, a Montaigne y a otros.  Participa en ciertos trabajos manuales e inventa una máquina para aligerar el peso de los baldes de agua, sacados de un pozo. 
Regresa a París,  donde desde su cama y siempre con dolores  escribe sobre la naturaleza  de las matemáticas: la ciencia es necesaria para su equilibrio y no contradice con su fe. Toma notas para un libro sobre la condición humana que nunca terminó; se siente feliz por haber encontrado un camino para visitar más seguido a su hermana, La ayuda a preparar los cursos que se dan en Port Royal y le explica un nuevo método de lectura por sílabas y no letras.
Pronto se produce el gran cambio que pone a prueba su fidelidad a Port Royal, en la batalla que lo ocupará el resto de su  vida. Jacqueline se inquieta por los excesos de privación y de ayunos de su hermano. Trabaja en comprender a San Agustín, aunque todavía siga ocupándose de problemas matemáticos.
Su personalidad como crítico literario  se impone con las Cartas  Provinciales, donde asombrará por el estilo y el tema, el más grande éxito en las librerías de L´Ancien Régime. Los siglos siguientes se fascinarán con sus preguntas retóricas. En un año escribe las otras, luego del éxito de la quinta Carta, pese a sus migrañas y cólicos.
Le gusta utilizar el razonamiento por el absurdo. Si A no es 
B...
Es el hombre  responsable de sus actos o prisionero de sus pulsiones? ¿Es libre? ¿Está determinado desde su nacimiento? Ironiza a Descartes en el tema que pretende  probar la necesidad lógica de Dios aunque no vio  que la lógica es incapaz de establecer la inmortalidad del alma.  No se puede llegar a Dios por la imposición del saber o de la verdad. Dios no es un argumento de autoridad. 
En la segunda Carta se ocupa del  hombre, si es o no  libre de decidir su destino. Pascal  se preocupa durante  estos últimos años de la salvación y la responsabilidad de cada uno de los actos humanos. Si la suerte del hombre está determinada por Dios con anticipación  a su libre albedrío, sin que jamás sea juzgado por sus actos, de nada sirve creer o seguir una moral. Si, por lo contrario, el hombre puede influir objetivamente sobre su conducta y ser responsable de la eternidad, habría un sentido.
Si Dios es todopoderoso y decide por adelantado la suerte de la salvación de cada ser, el hombre es un objeto maleable en sus manos. ¿Somos determinados por el entorno o somos responsables? Desde Calvin y Lutero esta cuestión está omnipresente. ¿Somos libres de ser felices o la vida es un breve pasaje que decide un destino eterno? Si Dios decide todo: ¿De qué sirve rezar? ¿De qué sirve creer y para qué sirve la iglesia? ¿De qué sirve la moral? Si Dios decidió todo  por adelantado, no se necesita una iglesia pero, si los hombres son libres: ¿Por que no lo serían frente a Dios? 

En el S IV se sostuvo que el hombre podía decidir sobre su salvación por su única voluntad; después se condenó ese principio. San Agustín, un erudito laico de África del Norte, más tarde obispo, explica que la gracia de Dios es dada gratuitamente  a ciertos seres y que nadie puede hacer nada para obtenerla o rechazarla. La iglesia retiene esta posición oficial del santo. Para Agustín, el individuo no es libre; la obediencia misma es un don así como la caridad. La Fe es también una gracia: la predestinación es un modo de señalar la esencia divina.


Desde el S XVI, los cambios en la economía llevan al progreso de la libertad intelectual y espiritual. Una ética secular, burguesa, individualista, cuestiona  lo afirmado por Agustín. Con Lutero y Calvino se regresa nuevamente a la primicia del santo. Los hombres son condenados previamente al infierno, por el pecado original. Sólo pueden esperar la gracia divina, que se torna  arbitraria e incomprensible. Nadie puede hacer nada por su  propia salvación. Una tal tesis vuelve a la iglesia inútil. Se abre el concilio de Trento, a mitad del Siglo XVI,  bajo el Emperador Carlos V. Su hijo Felipe II defiende, al igual que su padre, con toda energía y mediante las armas lo que sostiene el catolicismo. Los jesuitas  se imponen en Francia al servicio de la educación  y de la pobreza; los jesuitas se ocupan de la Teología, explicando que el pecado original no impide al hombre  obtener su salvación, gracias a los sacramentos,  la oración y  la virtud. La nobleza opina que la gloria se encuentra en los actos terrenales; los burgueses y los pobres  aceptan resignados lo que exige la tradición. Los ortodoxos encuentran en el pensamiento griego un puente hacia el Renacimiento: citan a Platón, a Aristóteles, a Pico de la Mirándola. El hombre se asume en total libertad. Los  teólogos basan la gloria en la grandeza del hombre, como manifestación de la omnipotencia divina. Dios es grande por manifestarse en sus criaturas. 

El jansenismo tendrá un rol preponderante en Francia, durante un siglo y medio. Humillarse y sufrir es lo principal para una vida cristiana. Pretende regenerar a la iglesia.                           
En  la primera década del S XVII,   Jansenius trabaja en los pensamientos agustinos. En la segunda década, san Cyrano es el director de conciencia de poderosos Señores, miembros del Parlamento y eclesiásticos. Busca un poder sin límite. Se siente capaz de manipular a Luis XIII. Aconseja al rey de echar a todos los mendigos. Richelieu admite que Cyrano es más peligroso que seis ejércitos. El Cardenal se entera de que Cyrano  vive en los Países Bajos y se relaciona mediante un código secreto con Jansenius, lo cual percibe como una amenaza para Francia. Ambos  desean encontrar la iglesia en su origen y conducirla a la pureza del tiempo de las catacumbas, además  de restituir  a los obispos la dignidad del pasado. No se preocupan si las máximas del san Agustín  son verdaderas o falsas; sólo les interesa si pertenecen.
Los jesuitas descubren la trama de Cyrano y Jansenius: se escandalizan admitiendo que  intentan utilizar al santo contra su Orden. Las cartas  entre  ambos se interrumpen por la guerra entre Francia y los Países Bajos. Jansenius crítica en un manuscrito la política de cardenal Richelieu, sometida a  razones de Estado. Cuando muere, a principio del Siglo XVII, la universidad de Lovaina, se pregunta qué hacer con el manuscrito.  Jansenius explicó que todos los teólogos -sobre todo los escolásticos jesuitas- se equivocaron al apoyar la religión sobre la razón, en vez de basarla sobre la historia revelada. Concibe a san Agustín como una autoridad.  El pecado original fue tomado como un hecho histórico: Adán y Eva no supieron amar a su Creador; la condena no fue suficiente: se debe morir para renacer. La iglesia no sería indispensable pues no actuaba como intermediaria. Sin la amenaza, no existe la necesidad de su protección. Los confesores no lo comprendieron; los libertinos sólo creían  en la felicidad, y los científicos, en la razón. 
El libro se publicó bajo el nombre de Jansenius, a mitad del Siglo. Cyrano lo lee en la prisión y  encuentra sus propias ideas. 
Con Luis XIV al poder, los jesuitas tienen el apoyo del soberano y su ayuda económica; para la realeza, los enemigos  fueron los protestantes y los jansenistas 
Acusan a Jacqueline de oponerse a  la Iglesia por defender a los jansenistas. Port Royal apoya a Jansenius. Pascal la defiende a través de las  Cartas anónimas, que tienen un gran éxito. En medio de esa batalla filosófica, muere su hermana. Pascal pierde la energía de seguir escribiendo para defender el jansenismo; su salud se quebranta totalmente  y muere al año siguiente. Se le hace una  autopsia para conocer la causa de tantos males físicos, diarreas y cefaleas. Encontraron el  estómago y el hígado en  pésimo estado y los intestinos gangrenados, sin saber si fue la causa o la consecuencia  de sus cólicos. Había un dedo de sangre  cuajada  y putrefacta que llegaba casi hasta la DuraMadre. Hoy se podría diagnosticar su muerte debido a una necrosis intestinal, un infarto  mesentérico y una hemorragia cerebral. 
Al morir la Superiora de Port Royal, el jansenismo  decae  y los Pensamientos de Pascal son considerados  hoy como de un amateur escribiendo sobre teología, aunque sus ideas permanecieron entre los franceses. Las Cartas  Provinciales  fueron un éxito literario y por fin se pudo  reconocer  al  autor. Fueron  traducidas al latín, al inglés,  al español y al italiano y continúan siendo célebres.  El Rey, en total desacuerdo deseaba una bula que condenara los comentarios de la Biblia, traducida al francés.  El Pontífice lo otorga ese favor al rey. Cuando el Rey Sol muere, el jansenismo desaparece.  Los jesuitas también desaparecerán del poder por varios siglos. 
El siglo XVIII  será el de los Enciclopedistas con predominio de la razón. Rousseau y Voltaire se irritan con los Pensamientos y ven en los conceptos entre la gracia, el pecado y la salvación  un absurdo imposible de explicar. 
Leibniz sostiene que Pascal fue un pensador de gran inteligencia pero de una austeridad excesiva. Si sus explicaciones teológicas no permanecieron, continuará siendo   el gran reformador de la prosa de ese  Siglo.
La Primera Guerra Mundial le devuelve a Pascal su lugar entre la razón y el frente  absurdo de bombas y obuses.  Pascal introdujo en la filosofía un cierto modo de pensar diferente, con  resultados susceptibles que pueden ser  verificados por sus lectores. Lacan se interesó por sus juegos de palabras, sus reflexiones y su definición sobre el inconsciente.  Su estilo es natural, límpido; sabe persuadir, elegir las palabras precisas, organizar el texto.  Un mensaje eficaz, debe ser breve y preciso para provocar la admiración de quien lo lee. La frase corta no se conocía en esa época, lo cual permitía todo exceso retórico; en Los Pensamientos predomina  la censura, el rigor matemático y la brevedad. 
El hombre que tocó temas tan disparatados como la gracia y la salvación fue quien escribió con pura lógica y coherencia sobre la geometría, la perspectiva y los conos,  el cálculo integral y la teoría del vacío. Afirma que todos los males del hombre vienen de no poder quedarse en reposo. Cambiar el punto de vista puede cambiar al ser. Conocer los límites permite luchar con la fatalidad y el destino, reducir el lugar divino en la puramente terrenal , sin ocuparse del rol que nos espera en el más allá. 
Las Cartas se convierten en un género literario, como las máximas, los caracteres y las fábulas;  evita hablar de sí mismo, refiriéndose a lo universal. El Gran siglo XVII no hubiera existido, sin  el genio de Pascal y sin la autoridad  del Rey Sol.  

Bibliografía, Jacques Attali, Blaise Pascal ou le génie français, Edit A Fayar año 2000-