miércoles, 3 de agosto de 2016

VENECIA


La más antigua ciudad comercial, durante un siglo sufrió la lucha entre las potencias. No estaba tan sometida como Génova  ni perdió su libertad como  Pisa. Logró establecerse a lo largo del Adriático y el Archipiélago y -cuando defendió la isla de Chipre- los turcos tardaron veinte años en  apoderarse de ella.
En el S XVI  a  Venecia le sucedió Turquía y Francia. El comercio creció en Francia y el sultán sólo permitió a los franceses   navegar por el Mediterráneo, bajo su exclusiva bandera.
La protección de los Santos Lugares fue lo que permitió aniquilar a Turquía, lo cual era fundamental para Francia. Venecia, con todo su poderío, declinaba. Las mercaderías asiáticas dejaron de llegar por el Mediterráneo -lo hacían por tierra- cuando los portugueses se establecieron en la India. Se dieron cuenta de que la construcción del canal de Suez era imprescindible, aunque aún se veía como un sueño imposible.  
Venecia, entonces, transformó sus hábiles comerciantes en hábiles diplomáticos modernos, que  introdujeron una moda y costumbres nuevas en la ciudad. Los nobles  invirtieron en tierra, transfirieron el  dinero del comercio y reemplazaron la mercadería oriental por la propia; sus productos era los cristales, los famosos encajes,  los cueros finos, y la industria  textil: el arte refinado de vivir  nació en esta ciudad.
Mientras los nobles venecianos y los Habsburgo conferenciaban  solucionaban los problemas por medio de tratados, en medio de fiestas suntuosas en su no menos lujosos palacios, los marinos de ambos bandos finalizaban en el fondo del mar. La diplomacia moderna nació en Venecia, no en París.
 Los Habsburgo pusieron en peligro su comercio en Trieste, cuando las naves venecianas lograron capturar sus barcos. Los viajes al Este eran ahora menos frecuentes.
El pintor representativo por excelencia del Mediterráneo  fue Tiziano. Vivió  en tiempos de Miguel Ángel y otros pintores  del S XVI. Fue un pintor comparado a Rubens por la cantidad de cuadros pintados.  Por extraño que parezca, siendo su padre un comerciante marino, jamás pintó el mar aunque sí  figuras míticas  y  a príncipes y reyes, siendo el más célebre  el retrato de Carlos V, quien lo invitó a Alemania, cuando el pintor pisaba los 70 años. Una anécdota cuenta que se le cayó el pincel mientras los retrataba y que el emperador se agachó para recogerlo.
Se hizo  también famoso como pintor de  la corte,  el retrato de la bella Isabel de Portugal, con su óvalo perfecto y el manto soberbio, montada sobre  un caballo blanco es de los más conocidos, así como el  de su marido, el Emperador español. 
Abandonó la técnica de los colores puros y pintó cuatro cuadros al estilo de Rembrandt, sesenta años antes. La Magdalena es sólo un ejemplo extraordinario de su arte pictórico.
Dejó dos obras que muestran que fue también un pintor panteísta:  el "Bacanal" y  "El festival de Venus".
A los cien años murió víctima de una epidemia. Pese al temor al contagio, el pueblo íntegro acudió a los funerales. La República de Venecia, España y los turcos lo lloraron -como artista- desconsoladamente.