La más antigua ciudad
comercial, durante un siglo sufrió la lucha entre las potencias. No estaba tan
sometida como Génova ni perdió su libertad como Pisa. Logró establecerse a lo largo del Adriático y el Archipiélago
y -cuando defendió la isla de Chipre- los turcos tardaron veinte años en apoderarse de ella.
En el S XVI a Venecia
le sucedió Turquía y Francia. El comercio creció en Francia y el sultán sólo
permitió a los franceses navegar por el Mediterráneo, bajo su exclusiva
bandera.
La protección de los Santos
Lugares fue lo que permitió aniquilar a Turquía, lo cual era fundamental para
Francia. Venecia, con todo su poderío, declinaba. Las mercaderías asiáticas
dejaron de llegar por el Mediterráneo -lo hacían por tierra- cuando los
portugueses se establecieron en la
India. Se dieron cuenta de que la construcción del canal de
Suez era imprescindible, aunque aún se veía como un sueño imposible.
Venecia, entonces, transformó
sus hábiles comerciantes en hábiles diplomáticos modernos, que introdujeron una moda y costumbres nuevas en la
ciudad. Los nobles invirtieron en tierra, transfirieron el dinero del comercio y reemplazaron la mercadería oriental por la propia; sus productos era los cristales, los famosos encajes, los cueros finos, y la industria textil: el arte refinado de vivir nació en esta ciudad.
Mientras los nobles venecianos y los Habsburgo conferenciaban solucionaban
los problemas por medio de tratados, en medio de fiestas suntuosas en su no menos lujosos palacios, los marinos de ambos bandos
finalizaban en el fondo del mar. La diplomacia moderna nació en Venecia, no en París.
Los Habsburgo pusieron en peligro su comercio en Trieste, cuando las naves venecianas lograron capturar
sus barcos. Los viajes al Este eran ahora
menos frecuentes.
El pintor representativo por
excelencia del Mediterráneo fue Tiziano.
Vivió en tiempos de Miguel Ángel y otros
pintores del S XVI. Fue un pintor
comparado a Rubens por la cantidad de cuadros pintados. Por extraño que parezca, siendo su padre un
comerciante marino, jamás pintó el mar aunque sí figuras míticas y a príncipes y reyes, siendo el
más célebre el retrato de Carlos V, quien
lo invitó a Alemania, cuando el pintor pisaba los 70 años. Una anécdota cuenta
que se le cayó el pincel mientras los retrataba y que el emperador se agachó
para recogerlo.
Se hizo también famoso como pintor de la corte, el retrato de la bella Isabel de Portugal, con su óvalo perfecto y el manto soberbio, montada sobre un caballo blanco es de los más conocidos, así como el de su marido, el Emperador español.
Se hizo también famoso como pintor de la corte, el retrato de la bella Isabel de Portugal, con su óvalo perfecto y el manto soberbio, montada sobre un caballo blanco es de los más conocidos, así como el de su marido, el Emperador español.
Abandonó la técnica de los
colores puros y pintó cuatro cuadros al estilo de Rembrandt, sesenta años
antes. La Magdalena es sólo un ejemplo extraordinario de su arte pictórico.
Dejó dos obras que muestran que fue también un pintor panteísta: el "Bacanal" y "El festival de Venus".
Dejó dos obras que muestran que fue también un pintor panteísta:
A los cien años murió víctima de
una epidemia. Pese al temor al contagio, el pueblo íntegro acudió a los
funerales. La República de Venecia, España y los turcos lo
lloraron -como artista- desconsoladamente.