El hombre ha alcanzado el espíritu a través de sucesivas
depuraciones y a lo largo de toda la evolución. El individuo oscila entre el reino del valor y el reino del espíritu. No es ni
una depuración de la raza ni un animal evolutivo; posee un alma y por lo mismo
la capacidad de regresar al mundo de los valores.
La idea tradicional judeo-cristiana, cuando se pregunta "qué es el hombre"
nos habla de la Creación,
Adán, Eva, el Edén, la Caída; Grecia afirmaba que
el hombre posee mente, razón y ciencia, idea que pasará luego a Roma y de allí
se extenderá por todo Occidente.
en el S XX no da su propio veredicto:
- El hombre tiene una marcha erecta, lo cual trajo una modificación en su
columna vertebral a fin de poder caminar erguido que le otorgó una amplitud de
visión.
-Tiene mayor desarrollo cerebral; posee circunvalaciones mucho más complejas.
-Posee el pulgar opuesto, lo cual le permite el movimiento de pinza; puede
fabricar objetos desde un reloj en miniatura hasta un auto, abrocharse los
botones, atarse el cordón de sus zapatos, encender la radio, dar vuelta las
páginas de un libro, tocar instrumentos musicales, etc.
-Su ojo ve de frente y a los costados; sin dar vuelta la cabeza logra una mayor
visión y una mayor objetividad; su mundo, por ende, es más amplio.
Cuando aparece en él la asociación, decaen sus instintos, lo cual lo diferencia
de los animales; posee una vida psíquica. Tiene inteligencia,
razonamiento, capacidad de objetivar una situación y de elegir. Puede responder a situaciones
nuevas, reacciona como individuo no
típicas a su especie. El animal jamás podrá elegir entre lo útil y lo bello.
La gran diferencia con los animales reside en la razón y en la esencia del
espíritu de libertad. El ser humano posee conciencia de sí y es libre frente al
mundo que lo circunda; puede trascender, levantar vuelo o sobrepasar el mundo a
través de la creación, más allá de su medio y hacer de las resistencias meros
objetos, siendo libre de modificar su existencia. También es capaz de ironía y
de humor: puede reír.
Puede ser un asceta, un anacoreta, decir "no" a sus impulsos,
reprimirlos, someterlos, o romper los límites de su ser alcanzando la
trascendencia de sus vivencias psíquicas a través de la creación.
Sheller denomina espíritu a las oscuras y subconscientes potencias impulsivas
del alma. Es cierto: los animales no
carecen de un impulso afectivo ni de instintos que pertenecen a su especie ni
de una cierta inteligencia práctica, así como también de una memoria
asociativa, aunque son meras asociaciones fáciles de recordar, como el
experimento de la campana y el alimento en el perro de Pavlov. Repite sobre
todo las situaciones en las cuales tuvo éxito y los movimientos que le
permitieron encontrar los alimentos y se fijaron en él que se denominan el
principio del éxito y del error. El rebaño aprende, no asocia. La limitación es
un acto repetitivo. Para Darwin y Köhler, el animal tiene una inteligencia
infinitamente menor al ser humano. La objetividad jamás podrá pertenecerle pues
es la categoría más formal del lado lógico del espíritu.
Las plantas, en cambio, tienen una reacción lenta afectiva que tiende solamente
hacia el calor del sol, sin asociaciones
ni reflejos condicionados ni órganos sensoriales ni instinto. Es un simple
movimiento hacia la luz. Son fecundadas por el viento de modo pasivo y se
alimentan a través del material inorgánico que les suministra su propio alimento.
No poseen un sistema nervioso ni indicios ni impulso motor; no se relacionan
con otras plantas y como reacción- si le tiramos un balde a agua caliente o
helada tenderán a encogerse o pueden llegar a morir aunque sin saberlo-.
El animal, en cambio, pese a tener impulso afectivo, reflejos condicionados
órganos sensoriales y el instinto más evolucionado que en el ser humano
moderno, en las especies superiores -gorilas,
chimpancés, perros y otros no podrá nunca objetivar, convertir su medio
ambiente, su conducta estática; tampoco es dueño de sí: está estructurado
simplemente como el caracol a su casa rodante, sumido en la realidad vital de
sus estados orgánicos: comer, beber, acoplarse, procrear, curarse, alimentar su
cría y morir.
Los animales tienen conciencia- en esto se diferencian de los vegetales, aunque
no conciencia de sí. Carecen además de las formas vacías del espacio y del
tiempo: un animal jamás podrá llorar su futura muerte ni pensar en cosas más
allá de su ambiente. Espacio y tiempo no existen.
Los animales emiten signos; son capaces de expresar tensión, miedo, dolor y
placer en un lenguaje emotivo.
El ser humano posee un lenguaje preposicional y
aquí reside la enorme diferencia:
"Todos los hombres son mortales" es una oración que los animales, con
todo su caudal de instinto, nunca podrán concebir.