miércoles, 30 de marzo de 2016

EL PUESTO DEL HOMBRE EN EL COSMOS



 

EL PUESTO DELHOMBRE EN EL COSMOS

 

El hombre ha alcanzado el espíritu a través de sucesivas depuraciones y a lo largo de toda la evolución. El  individuo oscila entre  el reino  del valor y el reino del espíritu. No es ni una depuración de la raza ni un animal evolutivo; posee un alma y por lo mismo la capacidad de regresar al mundo de los valores.
La idea tradicional judeo-cristiana, cuando se pregunta "qué es el hombre" nos habla de la Creación, Adán, Eva,  el Edén, la Caída; Grecia afirmaba que el hombre posee mente, razón y ciencia, idea que pasará luego a Roma y de allí se extenderá por todo Occidente.
 en el S XX no da su propio veredicto:
- El hombre tiene una marcha erecta, lo cual trajo una modificación en su columna vertebral a fin de poder caminar erguido que le otorgó una amplitud de visión.
-Tiene mayor desarrollo cerebral; posee circunvalaciones mucho más complejas.
-Posee el pulgar opuesto, lo cual le permite el movimiento de pinza; puede fabricar objetos desde un reloj en miniatura hasta un auto, abrocharse los botones, atarse el cordón de sus zapatos, encender la radio, dar vuelta las páginas de un libro, tocar instrumentos musicales, etc.
-Su ojo ve de frente y a los costados; sin dar vuelta la cabeza logra una mayor visión y una mayor objetividad; su mundo, por ende, es más amplio.
Cuando aparece en él la asociación, decaen sus instintos, lo cual lo diferencia de los animales;   posee una vida psíquica. Tiene inteligencia, razonamiento, capacidad de objetivar una situación y   de elegir. Puede responder a situaciones nuevas, reacciona como individuo  no típicas a su especie. El animal jamás podrá elegir entre lo útil y lo bello.

La gran diferencia con los animales reside en la razón y en la esencia del espíritu de libertad. El ser humano posee conciencia de sí y es libre frente al mundo que lo circunda; puede trascender, levantar vuelo o sobrepasar el mundo a través de la creación, más allá de su medio y hacer de las resistencias meros objetos, siendo libre de modificar su existencia. También es capaz de ironía y de humor: puede reír.
Puede ser un asceta, un anacoreta, decir "no" a sus impulsos, reprimirlos, someterlos, o romper los límites de su ser alcanzando la trascendencia de sus vivencias psíquicas a través de la creación.
Sheller denomina espíritu a las oscuras y subconscientes potencias impulsivas del alma.  Es cierto: los animales no carecen de un impulso afectivo ni de instintos que pertenecen a su especie ni de una cierta inteligencia práctica, así como también de una memoria asociativa, aunque son meras asociaciones fáciles de recordar, como el experimento de la campana y el alimento en el perro de Pavlov. Repite sobre todo las situaciones en las cuales tuvo éxito y los movimientos que le permitieron encontrar los alimentos y se fijaron en él que se denominan el principio del éxito y del error. El rebaño aprende, no asocia. La limitación es un acto repetitivo. Para Darwin y Köhler, el animal tiene una inteligencia infinitamente menor al ser humano. La objetividad jamás podrá pertenecerle pues es la categoría más formal del lado lógico del espíritu.
Las plantas, en cambio, tienen una reacción lenta afectiva que tiende solamente  hacia el calor del sol, sin asociaciones ni reflejos condicionados ni órganos sensoriales ni instinto. Es un simple movimiento hacia la luz. Son fecundadas por el viento de modo pasivo y se alimentan a través del material inorgánico que les suministra su propio alimento. No poseen un sistema nervioso ni indicios ni impulso motor; no se relacionan con otras plantas y como reacción- si le tiramos un balde a agua caliente o helada tenderán a encogerse o pueden llegar a morir aunque sin saberlo-.
El animal, en cambio, pese a tener impulso afectivo, reflejos condicionados órganos sensoriales y el instinto más evolucionado que en el ser humano moderno, en las especies superiores  -gorilas, chimpancés, perros y otros no podrá nunca objetivar, convertir su medio ambiente, su conducta estática; tampoco es dueño de sí: está estructurado simplemente como el caracol a su casa rodante, sumido en la realidad vital de sus estados orgánicos: comer, beber, acoplarse, procrear, curarse, alimentar su cría  y morir.
Los animales tienen conciencia- en esto se diferencian de los vegetales, aunque no conciencia de sí. Carecen además de las formas vacías del espacio y del tiempo: un animal jamás podrá llorar su futura muerte ni pensar en cosas más allá de su ambiente. Espacio y tiempo no existen.
Los animales emiten signos; son capaces de expresar tensión, miedo, dolor y placer en un lenguaje emotivo.
El ser humano posee un lenguaje preposicional y  aquí  reside la enorme diferencia: "Todos los hombres son mortales" es una oración que los animales, con todo su caudal de instinto, nunca podrán concebir.