viernes, 30 de agosto de 2024

SER SALVAJE

 Ser salvaje


Cuando un hombre pierde su instinto salvaje y lo reencuentra, pugnará por conservarlo, ya que crece su vida creativa, sus relaciones adquieren otros significado y sus ciclos lúdicos e intuitivos se restablecen. No se encierra en un esquema mental o una relación excesivamente restringida. Por el contrario, reafirma su relación con la naturaleza, adquiere una mayor observación interna y su existencia vibrante alimenta su vida interior.

Convertirse en un ser salvaje es vivir una vida natural auténtica, aunque al borde de los límites. Ser normal es no aventurarse, no revelarse y, al no reaccionar, derrumbarse por su misma ansiedad.

Un ser salvaje está colmado, lleno de fuerza vital, consciente de su territorio. Un ser, en cambio, que ha perdido su impulso salvaje, se debilita; posee un carácter fantasmal, siendo incapaz de dar el salto; su existencia queda estancada sin que su psique inunde su delta. 

Un ser salvaje es poseer dignidad y conciencia de uno mismo. Recordemos que lo salvaje es lo artístico, lo instintivo, los amores profundos y pasionales, es poder estremecerse frente a lo instintivo y a sus propios sentimientos.

Nuestra obligación moral es manifestar lo que percibimos, lo cual nos obliga a evolucionar. 
La Meditación, el Tao, desentrañar el significado de una poesía, rezar inclusive, son meros hechos que nos conduce hacia nuestra propia conciencia. El ser valiente no teme investigar lo peor, examina su vida, su Yo particular, es capaz de inclinarse hacia su interior, romper tabúes para encontrar la realidad o encontrar qué parte suya ha sido asesinada o yace moribunda.

No poder indagar equivale a tener los instintos dañados, ser incapaz de manifestar sus emociones. Tenemos derecho a luchar por conservar nuestra naturaleza indómita y, si no lo logramos, apareceremos averiados.

Cuando uno se relaciona con la naturaleza y se distancia de los demás, aprende a tolerar cada vez menos las superficialidades ajenas. Uno se siente más seguro de sí, puede separar pensamiento de sentimiento, reaccionará  y verá con suma claridad.

martes, 23 de abril de 2024

EL PUESTO DEL HOMBRE EN EL COSMOS

 

 EL PUESTO DEL HOMBRE EN EL COSMO

Max Shéler pretende que el hombre ha alcanzado el espíritu a través de sucesivas depuraciones y a lo largo de toda la evolución. El autor ve en el individuo un ser que oscila entre dos reinos, el reino de la noción del valor y el reino del espíritu. No es ni una depuración de la raza ni un animal evolutivo; posee un principio que le pertenece (el alma) y por lo mismo la capacidad de regresar al mundo de los valores.
La idea tradicional judeo-cristiana, cuando se pregunta "qué es el hombres" nos habla de Adán, Eva, la creación, el Edén, la caída; la idea predominante de Grecia afirmaba que el hombre posee mente, razón y ciencia, idea que pasará luego a Roma y de allí se extendrá por todo Occidente.
Finalmente Sheler, en el S XX no da su propio veredicto:
- El hombre tiene una marcha erecta, lo cual trajo una modificación en su columna vertebral a fin de poder caminar erguido y le otorgó una mayor amplitud de visión.
-Tiene mayor desarrollo cerebral; posee circunvalaciones mucho más complejas.
-Posee el pulgar opuesto, lo cual le permite el movimiento de pinza; puede fabricar objetos desde un reloj en miniatura hasta un auto, abrocharse los botones, atarse el cordón de sus zapatos, encender la radio, dar vuelta las páginas de un libro, tocar instrumentos musicales, etc.
-Su ojo ve de frente y a los costados; sin dar vuelta la cabeza logra una mayor visión y una mayor objetividad; su mundo, por ende, es más amplio.
Cuando aparece en él la asociación, decaen sus instintos, diferencia esencial entre los animales y los individuos, quienes poseen una vida psíquica. Tiene inteligencia, razonamiento, capacidad de objetivar una situación y la capacidad de elegir. Es capaz de responder a situaciones nuevas, no típicas a su especie: reacciona como individuo. El animal jamás podrá elegir entre lo útil y lo bello.

La gran diferencia con los animales reside en la razón y en la esencia del espíritu de libertad, ya que el ser humano posee conciencia de sí y es libre frente al mundo que lo circunda; puede trascender, levantar vuelo o sobrepasar el mundo a través de la creación. Puede trascender más allá de su medio y hacer de las resistencias meros objetos, siendo libre de modificar su existencia. También es capaz de ironía y de humor: puede reír .
Puede ser un asceta, un anacoreta, decir "no" a sus impulsos, reprimirlos, someterlos, o romper los límites de su ser alcanzando la trascendencia de sus vivencias psíquicas a través de la creación.
Sherler denomina espíritu a las oscuras y subconscientes potencias impulsivas del alma. Reconoce que los animales no carecen de un impulso afectivo ni de instintos que pertenece a su especie ni de una cierta inteligencia práctica, así como también de una memoria asociativa, aunque son meras asociaciones fáciles de recordar, como el experimento de la campana y el alimento en el perro de Pavlov. Repite sobre todo las situaciones en las cuales tuvo éxito y los movimientos que le permitieron encontrar los alimentos, por ejemplo, que se fijaron en él y se denomina el principio del éxito y del error. El rebaño aprende, no asocia. La limitación es un acto repetitivo. Para Darwin y Köhler, el animal tiene una inteligencia infinitamente menor.
Las plantas, en cambio, tienen una reacción lenta afectiva que tiende solamente hacia el sol, hacia el calor del sol, sin asociaciones ni reflejos condicionados ni órganos sensoriales ni instinto. Es un simple movimiento hacia la luz. Son fecundadas por el viento de modo pasivo y se alimentan a través del material inorgánico que les suministra su propio alimento. No poseen un sistema nervioso ni indicios ni impulso motor; no se relacionan con otras plantas y como manifestación de reacción- si le tiramos un balde a agua caliente o helada- tenderán a encogerse o pueden llegar a morir aunque sin saberlo.
El animal, en cambio, pese a tener impulso afectivo y reflejos condicionados en las especies superiores- gorilas, chimpancés, perros, etc. órganos sensoriales y el instinto más desarrollado que el individuo- no podrá nunca objetivar, convertir su medio ambiente, su conducta estática; tampoco es sueño de sí: está estructurado simplemente como el caracol a su casa rodante, sumido en la realidad vital de sus estados orgánicos: comer, beber, acoplarse, procrear, curarse, alimentar su cría buscar el alimento, curarse y morir.
La objetividad jamás podrá pertenecerle pues es la categoría más formal del lado lógico del espíritu.
Los animales tienen conciencia- en esto se diferencian de los vegetales, aunque no conciencia de sí. Carecen además de las formas vacías del espacio y del tiempo: un animal jamás podrá llorar su futura muerte ni pensar en cosas más allá de su ambiente: espacio y tiempo no existen.

Sheler admite que los animales emiten signos totalmente sin sentido y son capaces de expresar emoción, tensión, miedo, dolor y placer en un lenguaje emotivo.
El ser humano, mientras tanto, logró un lenguaje proposicional y he aquí donde reside la inmensa diferencia: "Todos los hombres son mortales" es una oración que los animales, con todo su caudal de instinto, nunca podrán concebir.

EL VIAJE DEL HÉROE

 


EL VIAJE DEL HÉROE                                                              


El Inocente
Vive en el Edén, donde la vida es dulce y todas nuestras necesidades son satisfechas en un clima de cuidado y amor. Uno cae de este Paraíso Perdido y se encuentra Huérfano, sin ilusiones de ese mundo idílico que nos prometieron. Es la primera caída, cuando aprendemos que el mundo no siempre o quizá nunca fue lo que nos enseñaron que debía ser. La vida real no es como nos la pintaron.

El Huérfano

Es un idealista desilusionado y cuanto más altos son sus ideales respecto al mundo, tanto peor parece ser la realidad. Sentirse Huérfano –luego de la gran caída- es un estado dificultoso en extremo. El mundo parece peligroso. Hay villanos y obstáculos. La visión del universo es la del miedo y la desilusión, la del abandono y la soledad. Cae en la cuenta de que no existe nada ni nadie que pueda hacer algo al respecto. Los Huérfanos casi siempre desconfían de sí y del mundo hostil.
El Huérfano se desespera, pero su clave debe ser la esperanza. Quiere que los maestros, médicos, padres tengan todas las respuestas. Creen en resultados mágicos. Creen que deben su vida a su Salvador, quien quiera que sea, y lo más difícil es ayudarlos a que se ayuden a sí mismos, sin quedar atrapados. Cuando el huérfano encuentra a alguien dispuesto a amarlo y ayudarlo piensa que es única y está dispuesto a morir antes que abandonarlo. Aunque la relación se torne muy destructiva, si no lo abandonan, él queda pegado.
Tanto el Inocente como el Huérfano son arquetipos pre-heroicos. Los segundos necesitan ayuda para cruzar el umbral y embarcarse en su propio viaje heroico. A veces creen tener la culpa de sus sufrimientos; a veces piden lo que desean mediante lamentos y quejas. Si pueden sacar la culpa, podrán hacerse cargo de su propia vida y no sentirse desolados. No deben esperar que alguien dé la orden de partida hacia el camino heroico o el rescate. Los instrumentos necesarios a fin de socorrerlos son el amor, el afecto y la dedicación y una oportunidad para que cuenten su historia, sacando la culpa y el temor y ofreciéndole aliento para que se hagan cargo de sus propias vidas.
Ciertos Huérfanos han aprendido a utilizar su dolor y a manipularlo para conseguir que los demás sientan pena por ellos y hacerlos –si es posible- sentir culpables.
Tanto el Inocente como el Huérfano deben Emprender su travesía y embarcarse en una vida responsable y heroica, individual o colectiva.El dolor y la pérdida que acarrea esta conducta a seguir son parte de la vida misma; es parte del proceso continuo de la transformación personal, mediante la cual dejamos aquello que ya no nos sirve, -aunque lo amemos- para movernos hacia lo desconocido tan temido. Esto se hará por pautas; si tuviéramos que crecer de golpe, nuestro dolor y sufrimiento sería demasiado intenso. Vamos dejando pautas atrás, poco a poco, para no tener que enfrentarnos con todos nuestro problemas al mismo tiempo. Nuestra atención nos envía señales de que ya es hora de seguir adelante, de aprender nuevas formas de conducta, de intentar nuevos desafíos.
En cierto modo el sufrimiento es un caro don, porque en la travesía del Huérfano podemos perder la sensación de impotencia y adquirir un excesivo poder. El dolor es el gran nivelador que nos recuerda que nadie está a salvo de las dificultades. El no enfrenta con nuestros peores temores y no libera de la parálisis del huérfano, al buscar el modo de seguir seguro y a salvo. El que más ha sufrido puede llegar a una libertad casi trascendental, pues enfrentándose con lo peor ha sobrevivido. Se anima a hacerle frente a la vida y a sus dificultades. Cristo nos enseño que la muerte de Cruz pude finalizar en una Resurrección.
El modo de enfrentar la muerte está relacionado al modo que respondemos a todas las pequeñas muerte en nuestra : pérdida de amigos, amores frustrados, desilusiones laborales, emotivas, familiares, de esperanza y sueños. A veces se necesita llegar a los Infiernos para aprender la lección:
-El arquetipo del Inocente es el Don Quijote.
-El arquetipo del Huérfano es alguien que comenzó el camino heroico y no se anima a avanzar. Se queda paralizado sin descender a lo más profundo para luego ascender y convertirse en héroe de los otros.
Se necesita dejar de ser huérfano para convertirse en:

EL VAGABUNDO

Piensan que la vida es una aventura. El Vagabundo es un excéntrico, un revolucionario en extremo que prefiere transitar solitario, porque desconfía de las respuestas ajenas e investiga las propias verdades. Su identidad es estar en los márgenes de los cánones impuestos, experimentar dudas que lo conduzcan a un estado de fe más maduro.
También el Vagabundo puede estar atemorizado del camino heroico que lo espera. Tal vez se siente culpable, como el Inocente y el Huérfano. El Vagabundo siente que emprende su viaje como un efecto de onda impulsado y permitiendo que aquellos que ama logren embarcarse en su propia travesía.
Si se van, si se alejan, puede llegar a experimentar soledad por un tiempo, pero tarde o temprano desarrollará una relación mejor que lo satisfaga. El Vagabundo –al dar un paso afuera- comienza a ver el universo y a verse a sí mismo con su propia mirada. Siempre siente el temor que el castigo sea el aislamiento en la pobreza. A pesar de ese temor, de los terrores infantiles de no poder sobrevivir, si dejamos de complacer a padres, etc. El Vagabundo toma la decisión de abandonar el mundo conocido por lo desconocido. Cuando llega el momento de emprender el viaje, el Vagabundo se siente solo. Es importante que la madre, etc, se aparte para que él experimente a fondo la soledad que necesitó para lograr su propio crecimiento. Es el comienzo doloroso de la travesía personal. A veces es producida con gritos, a los alaridos, a fin de morir y renacer heroicamente.
El Vagabundo debe seguir de todos modos la responsabilidad de emprender el viaje y descubrir quién es; la tensión entre el deseo de crecer, de adquirir maestría, de extender los límites de la propia capacidad versus el deseo que tenemos de complacer y de ser aceptados es la quinta esencia de su dilema heroico, pues éste camina marchando en su transformación individual. Para hallarse a sí mismo deberá abandonar a la gente que más ama y dejar de renunciar y ceder para complacerlos, no encerrándose a la resistencia del crecimiento.
Finalmente llegará el día en que la soledad y esa sensación de vacío existencial en el plexo solar sean aceptado como parte del estado natural de las cosas. Todos estamos solos, todos y cada uno de nosotros. Entonces nace la sensación de júbilo que uno experimenta en su propia y única compañía, en la que el aislamiento es algo diferente a la soledad. Cuanto más auténticos somos, menos solitarios nos sentimos. Jamás estaremos verdaderamente solos, si contamos con nosotros mismos y con nuestro propio sistema de valores no impuesto.
El Vagabundo se desplaza de la dependencia a la independencia y de allí a la interdependencia. En la independencia descubre que extraña la relación humana. Al desarrollar un sentido de sí mismo como para no temer ser absorbido por el otro, para su enorme sorpresa descubre que existen Personas y comunidades que lo amaran ni mas ni menos que por lo que es. En cuanto soluciona el enfrentamiento entre amor y autonomía, eligiéndose a sí mismo, sin negar la necesidad de una relación con los demás, el conflicto aparentemente indisoluble se resuelve. El premio para ser completa y auténticamente uno mismo es el amor y el respeto de la comunidad. Para la mayoría de nosotros, el disfrutar por completa de esta recompensa no es posible hasta que obtenemos la habilidad de
El guerrero  hace valer los propios deseos o la Capacidad del mártir para ceder y entregarse a los demás o el conocimiento del MAGO, de que podremos conseguir todo el amor que no haga falta como un derecho de nacimiento. No tenemos que pagar por ello renunciando a nuestra vida personal.
El Vagabundo identifica al dragón y huye. El Guerrero se queda y combate. Es lo que nuestra cultura occidental denomina heroísmo.

El mito heroico es el Héroe que debe matar al villano (o dragón) y la víctima (o doncella), que debe ser rescatada. El bien triunfa sobre el mal y la historia confirma que cuando las personas tienen el coraje de luchar por sí mismas pueden cambiar su mundo. Antes de ser guerrero se debe ser Vagabundo; si no uno será un pseudo-guerrero.

El Guerrero debe someterse a las enseñanzas del mártir, porque si no quedará frenado en un nivel rudimentario de combatividad, en un mundo dividido entre ellos y nosotros. Pero aquellos que comienzan a guerrear, antes de ocuparse de sus identidades, no pueden llegar a ser verdaderos Guerreros, porque están luchando o luchan para probar su superioridad, un mecanismo para desarrollar la auto confianza, que no sustituye el saber de quién uno es en realidad.
El Guerrero comparte con el Mártir la sensación de que debe sufrir por sus transgresiones. Los falsos guerreros son en realidad Huérfanos disfrazados, encubriendo su miedo con bravatas.
El Huérfano tuvo que lidiar con la impotencia. El Mártir luchar con el dolor. El Vagabundo, con la soledad y el Guerrero debe enfrentarse al miedo. El Huérfano se percibe como víctima y el Vagabundo, como marginal.

El don que recibimos para nuestro desarrollo, cuando hacemos frente a nuestros más terribles dragones –sea terminando con ellos o enfrentándolos entablando un diálogo- es el coraje y en consecuencia la liberación de la esclavitud de nuestros temores.
El Guerrero finalmente aprende a hacerse amigos de sus temores. En lugar de sentirse paralizado por ellos o lanzarse a la carga o quedar preso en forma paranoica de cómo abordar los problemas y el miedo a reprimir sus miedos, llega a comprender que el temor es siempre una invitación al crecimiento. La muerte y el sacrificio son requisitos previos al renacimiento. Es la ley fundamental del mundo espiritual.

Mientras el Huérfano busca refugio en el sufrimiento, el Mártir lo abraza creyendo que atrae la redención. Sin embargo muchas veces el martirio se utiliza como camuflaje de la cobardía. Los Mártires pueden ocultarse tras esa máscara, como una forma de evitar emprender sus viajes y descubrir quiénes son. En el proceso de individualización en las mujeres, el martirio le permite eludir la cuestión del crecimiento personal. Renuncia de este modo a la audacia de ser heroína en la travesía por emprender, refugiándose en la aparente virtud del sacrificio en sí.
El sacrificio no es siempre un mecanismo para manipular a Dios o a los demás con forma de eludir los desafíos, el riesgo o el dolor; también puede ser expresión de amor genuino. En un nivel superior, el Mártir no está regateando para salvarse sino que cree que su sacrificio salvará a otros. Cristo es el ejemplo más perfecto.

Cuando la energía no circula en ambas direcciones algo funciona mal. Si el dar y el recibir se dan sin interrupciones, el proceso intensifica y enriquece la energía intercambiada. Entonces el proceso de desprenderse de lo que uno ya no necesita y de dar a los otros lo que ellos necesitan se fusionan mágicamente y sin dolor. Porque la habilidad de estar intensamente relacionado en profundidad con nosotros mismos es estar conectado con uno mismo y esto no depende de un ser o un lugar en particular, de nada exterior a uno mismo.

La magia se basa en la sincronicidad o coincidencias significativas y no causales. Así como el Guerrero aprende la lección de la casualidad, el Mago aprende la lección de la sincronicidad.
El Universo nos provee de lo que necesitamos y a menudo de lo que deseamos; recibimos pequeños dones todo el tiempo, pero los recibimos de modo diferente. Y así como el Mártir aprende a dar lugar al dolor, el Vagabundo a la soledad, el Guerrero al temor, el Mago debe aprender a dar lugar a la fe, al amor y a la alegría, sin caer en la negación ni en el escapismo.

El amor sabio transforma: el odio, el miedo y la ira frenan el amor. Negar nuestra ira tiene como único resultado un sabotaje incosciente de una relación. Dar lugar a la ira permite una relación más abierta y honesta.

El Mago no es ni sentimental ni romántico; es un andrógino que los integra a ambos. Sin embargo, el poder del Mago no se debe usar hasta no aprender las lecciones del Mártir, del Vagabundo y del Guerrero.
La tarea del Héroe siempre ha sido inyectar nueva vida en la cultura agonizante. A medida que nos tornamos más y más nosotros mismos consecuentemente nos vinculamos con seres por los que sentimos conexiones profundas; tenemos una intimidad mayor y más satisfactoria con los demás.
La recompensa del retorno del viaje heroico, inevitablemente solitario, por su no aceptación en la comunidad no nos exime de las dolencias, traiciones, fracasos, desencantos, porque forman parte de la condición humana. De igual modo debemos emprender la travesía solitaria del regreso, a fin de poder vivir en armonía con uno mismo y con los otros para ser envueltos en el flujo de energía que nos rodea.
Proviene de nuestro propio interior alcanzar la meta heroica. Renunciar es resignarse a ser menos de lo que uno podría llegar a ser.

Bibliografía: Pearson, Carol S.EL VIAJE DEL HÉROE. Edición española


sábado, 26 de marzo de 2022

Juana de Castilla.

 Juan II de Castilla (1407-1454) subió al trono a los dos años de edad. Dejó un heredero de su primera mujer. Al enviudar,  se casó  con otra portuguesa -con problemas psíquicos- y tuvo dos hijos: Isabel y Alfonso.

Murió el rey y subió al trono el hijo mayor, Enrique IV,  medio hermano de los otros dos,  a quien la historia denominó el impotente. La primera mujer lo abandonó; el rey  se casó  con la hermana del rey de Portugal y tuvo con ella una hija, pero la llamaban la Beltraneja, pues  intuían que era hija del favorito, Beltrán. Cuando Isabel y Alfonso fueron adolescentes, su medio hermano exigió que vivieran en la corte, lejos de su madre. Envenenan a Alfonso, el hermano de Isabel, siendo muy joven. Para dejarle el trono a Juana la Beltraneja, quiso casar Enrique IV a su media hermana Isabel con un noble español, que murió;  luego con el hermano del rey de Francia, anciano achacoso tullido y con serios problemas físicos, pero Isabel huyó y se casó en secreto con Fernando, hijo del rey de Aragón.  Consumada la unión, Enrique IV llegó a un acuerdo con su  media hermana. Él reinaría hasta su muerte e Isabel sería su heredera. 

Isabel  y Fernando se convirtieron con el tiempo en los Reyes Católicos con el fin de defender la fe católica que crecía en el Norte de Europa Los dos grandes logros de los reyes de Castilla y Aragón fueron la conquista de Granada, uniendo el norte con el sur y quitándole el poder a los moros- a quienes  les dejaron  conservar sus leyes  y su fé- y la conquista de América por Colón, en 1492. Europa pone su mirada en España y sus conquistas, convirtiéndose en una  gran potencia.  Su grave error fue la Inquisición, sugerida por el sacerdote Torquemada, confesor  de la reina, que terminó en feroces matanzas de inocentes.Con sus herederos, los reyes no tuvieron tanta suerte. Juan, el hijo varón, era tartamudo y le colgaba el labio: llevaba en sus genes el karma de su abuela materna. El heredero era el último sucesor de la dinastía española, pues Carlos  nació y se educó en Flandes. Juan murió a los diez y nueve años; Margarita de Austria, hija del Emperador Maximiliano  y hermana de Felipe el Hermoso,  estuvo casada con él y luego de quedar viuda  tuvo un parto prematuro.  Partió hacia Flandes, se casó por segunda vez y después de unos años de felicidad su marido murió; entonces su padre, Maximiliano le otorgó el título de gobernadora de los Países Bajos, además de   confiarle la educación del futuro emperador, Carlos y de  tres de sus hermanas.

En Francia reinaba Luis XII.

Juana se casó a los diez y siete años  con Felipe el Hermoso, duque de Borgoña;  diez y ocho años, bello, excelente bailarín, seductor, deportista, amante de la caza, de  las mujeres, de la bebida y los juegos de cartas.  Su padre, Maximiliano de Austria, se había casado con María de Borgoña, -única hija de Carlos el Temerario, que le dejó en herencia los Países Bajos y Borgoña-. María murió en un accidente mientras andaba a caballo; se llevó una rama por delante. Maximiliano quedó viudo, con dos hijos y muy triste.

Juana y Felipe quedaron tan flechados al conocerse que no pudieron esperar cuarenta y ocho horas y acudieron a un cura que los casara para poder tener relaciones esa misma tarde. La química era enorme; todos los libros coinciden en este aspecto. 

Felipe  y Juana vivían entre Gante, Bruselas, Lovaina, Brabante, Ostende y Borgoña: era una de las cortes más ricas. Flandes dominaba el comercio por tierra y por mar. Castilla, en comparación era austera, sencilla y humilde. 

Juana adoraba a su marido y lo celaba de continuo;  sus razones tenía; siendo un joven gallardo lograba conquistar a las damas de la corte fácilmente.

Felipe y Juana tuvieron seis  hijos -dos varones  y cuatro niñas- Unos hablaban francés y flamenco y otros, castellano. cuatro vivían en Flandes; los otros dos crecieron en España y hablaban castellano. Sólo se vieron muchos años después. La relación con su marido era excelente en el lecho nupcial, pues era el único momento en donde era dócil y  sumisa: veía al varón, no al hombre; La condición psíquica de Juana empeoraba por los  celos frente a su marido casquivano. Se pasaba días sin hablar, sin moverse ni comer. En sus ataques de furia, y desesperación  todos huían de su cercanía pues podía herir a quien se aproximara. Echó a las damas de su corte, salvo una vieja y fea, por temor a las conquistas de su marido. La condición psíquica de Juana empeoraba frente a su marido casquivano.  Su marido  no podía con sus rabietas, gritos, y su constante negativa de firmar papeles para vengarse  porque le era infiel. Juana vivía embarazada y en ese tiempo no se tocaba a una mujer  por miedo a que sufriera un aborto.  Juana en un acceso de celos  le marcó la cara a una joven mora con un par de tijeras y le cortó el pelo además de rasguños y heridas Juana se lavaba  el pelo varias veces por día, signo preocupante. Felipe  quería quitarle las cautivas moras que estaban en su corte, diciendo que le enseñaban malos hábitos. 

Juana viajó a España junto a su marido. Acababa de dar a luz una niña y viajaron  porque -al ser  la heredera-  debía recibir la obediencia de sus súbditos.  Su marido no hablaba español y  se aburría en esa corte tan austera, se llevaba mal con los españoles, le encantaba beber y el lujo;  partió, dando como excusa que lo necesitaban en Flandes por asuntos urgentes. Sin embargo, Felipe se quedó varios meses en una ciudad de Austria, donde se divertía en su ambiente natal. Juana, de nuevo encinta, se quedó en España, pues su madre Isabel de Castilla estaba segura de que el viaje sería muy largo y peligroso para una mujer embarazada. Aquí nació su segundo hijo varón, Fernando, que vivió con sus abuelos maternos desde ese momento.  Cuando  Felipe  le envió una carta donde la invitaba a  regresar junto a él, Juana de inmediato deseó marcharse. Como  su madre se encontraba afuera y no la dejaron partir se quedó dos noches en plena tormenta, lluvia y un frío helado, amarrada a la reja, que le impedía ir en busca de su marido. Llegó su madre que con caricias y palabras la pudo convencer de entrar en el castillo: dos días habían pasado. Juana era la tercera en línea de sucesión. Al morir Juan, su hijo, y su hermana mayor, Isabel,  Juana pasaba a ser la heredera de España, América, Flandes, Austria y parte de Alemania. María, otra hija de los reyes de España,  se casó con Manuel de Portugal por obligación, el marido de su hermana Isabel, muerta en el parto muy joven.  María tuvo  varios hijos, entre ellos una hija bellísima Isabel de Portugal, que se casaría con Carlos V: Carlos e Isabel eran primos hermanos del lado paterno y materno.

Años más tarde es elegido emperador del Sacro Imperio Romano, título que deseaban también Francisco I en Francia y Enrique VIII de Inglaterra, mayores que este jovenzuelo  sin experiencia.

Carlos V ve a su madre dos veces en el transcurso de su reinado. La primera vez cuando llega, pues necesita un poder  en conjunto con el consentimiento de Juana para reinar.  Ella lo firma, encantada y feliz de ver a dos de sus hijos. Tuvo un momento de gran lucidez pero al partir entró de nuevo en su prolongado silencio. Catalina, la hija menor española  vivía con ella. A los once años conoce a  sus hermanos. Carlos mejora su condición de vida, puede salir, cabalgar, tiene una corte con damas de su misma edad. Sale a los 18 de Tordesillas  para casarse. El mismo año que abdica Carlos V muere su madre, tras cuarenta y siete años encerrada y no en buenas condiciones. Fernando, hijo de Juana, pero  educado en España, no conoce a su hermano que, muy astutamente le cede el título de emperador de Alemania y Austria, dejándole a su hijo Felipe Nápoles, el Milanesado,  Flandes, Borgoña, España y el continente de América más docena  de islas por todo el mundo. 

Como futura heredera,  los duques de Borgoña viajaron a España por segunda vez. La primera en 1502, para recibir el juramento de las cortes; la segunda, en 1504, luego de la muerte de su madre, para recibir el reino. En Burgos hubo una epidemia y Felipe cayó enfermo de sarampión. En el lecho lo visitó el rey Fernando, quien lo detestaba porque no deseaba un extranjero en el trono de España, que ni siquiera hablaba el idioma y tenía otras costumbres. Continuaron el viaje pero nuevamente Felipe cayó enfermo con fiebres,  vómitos y murió. No había causa para que sucediera: era un hombre joven, fuerte y sano. Se sospechó de Fernando, que lo hubiera mandado envenenar, mientras él  se encontraba en el Sur de España. Juana quedó trastornada; viajaba de noche con el ataúd a su lado y el cadáver embalsamado; su mal recrudeció. Viajaba de pueblo en pueblo (estalló una epidemia ) con el féretro embalsamado de su marido, de noche y con cirios encendidos; cada dos o tres días  hacía abrir el sepulcro para ver que  no lo habían cambiado. Llegaron a Tordesillas. Su padre intenta que firme la autorización de reinar en su lugar hasta la mayoría de edad de su hijo Carlos, pero ella se niega. Entonces su padre la encierra   en unas habitaciones en el castillo de Tordesillas, en  la planta baja, sin demasiado confort  y con guardias bien severos. Vivió encerrada cuarenta y siete años. Ya no se interesaba  ver desde la ventana la iglesia donde descansaba el cadáver de su marido. Finalmente Felipe  pudo descansar en la tumba de Granada, como era su deseo. Vivía con su  hija menor, Catalina.  Carlos V se hace cargo  del trono español en Bruselas, lo cual los españoles no le perdonaron; se sentía flamenco, hablaba muy mal el español, necesitaba intérpretes y los españoles no lo conocían ni lo querían. Los flamencos eran fastuosos, altivos, amantes de la cerveza que se fabricaba en su país; hubo revueltas, cuando Carlos V  llegó  con su corte flamenca para formar reinar.

Pasa en su primer viaje a España  a ver a su madre, presentándole un poder que ella accedió  a firmar. La visitó una vez más en todos esos  años. La hija menor, Catalina, mejora sus condiciones de vida cuando su hermano la conoce en Tordesillas; le otorga una corte de jóvenes como ella, puede salir, cabalgar, divertirse.  Vive en otra ala del castillo. A los diez y ocho años parte para casarse.  Su madre la vio alejarse con la mirada perdida. Juana empeora, no se deja cambiar la ropa interior, ni lavar, y deben hacerlo a la fuerza. Pasa lo días en la oscuridad, tirada sobre un almohadón, mirando fijo hacia el vacío. Exige que le dejen la comida afuera y luego de comer esconde los platos detrás del cofre, de la cama. Vive en silencio y en la oscuridad. 

Por qué Carlos V no hizo nada para mejorar  las condiciones de su madre, que estaba bajo el cuidado de un duque nombrados por él . Tal vez   no se sintió seguro que lo aceptaran. 

Juana murió el año que el emperador  abdicó, en 1555.  El emperador vivió once años más en un convento en Yuste con su jardín, un huerto y su departamento privado.  La herencia de Juana se transmitió a su nieto don Carlos, un psicópata  cruel, raquítico, con fiebres interminables, débil. No veía,  a su padre que estaba en Londres, casado con María Tudor,  donde nunca le concedieron en siete años de estadía un papel representativo acorde a su rango.  Se había casado a los diez y seis  con su prima hermana, un año menor;  al año quedó encinta    y murió cuatro días después de dar a luz este varón, el futuro heredero. Felipe  quedó desolado a sus diez y ocho años; se encerró durante semanas  y vistió de luto toda su vida; con más de treinta y muerta María Tudor,  se casó en terceras  nupcias con la hija de los reyes de Francia, de quince años, bella y muy querida por los españoles, que  le dió dos niñas; murió de parto. Ya canoso, cuarentón, con gota y hemorroides, envejecido, desconfiado  y deprimido, se casa por cuarta vez con  Ana de Austria, otra prima hermana  de veinte años que le dio varios hijos, siendo Felipe III finalmente su heredero,  un príncipe abúlico, incapaz de tomar decisiones, dejando el poder en manos de su favorito, el duque de Otranto.

Carlos V y Felipe II tenían  momentos de gran acción y momentos de abulia. Carlos  tenía siempre la boca abierta y el mentón hacia afuera; era tesonero y testarudo; habían heredados ciertos rasgos psicológicos de la enfermedad de Juana, que los heredó de su abuela materna. El más afectado fue su bisnieto don Carlos, hijo mayor de Felipe II que fue encerrado, pues tramaba matar a su padre y murió a los cinco meses de estar en prisión.

El rey  tuvo que escribir notificando a las cortes de Europa  lo sucedido, pues se sospechaba que hubiera sido envenenado.

 

 

jueves, 7 de octubre de 2021

FUNCIÓN DE LA LITERATURA. GÉNEROS LITERARIOS

 

        

LA FUNCIÓN Y LA LITERATURA

Se  diferencia por el ritmo y cierta combinación de las palabras.

Realidad y ficción

Convierte la realidad en ficción (fantasía)

El canon literario

Las instituciones deciden qué textos conforman un canon.

·      LOS GÉNEROS LITERARIOS

obras con las mismas características comunes. El 1º fue Aristóteles en su POética S IV   a. C

El género narrativo

Hechos que le ocurren a los personajes en el tiempo y el espacio.

 El género lírico

El YO expresa su subjetividad en el poema. (sus sentimientos y emociones). El ritmo es su rasgo esencial.

El género dramático 

Representación escénica (teatro) Utiliza diálogos. Es acción

 El género ensayístico

aporta información, interpreta o explica para persuadir al lector.

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Para qué leer literatura?

El lector trasciende la realidad .   Se imagina una realidad diferente.

El buen lector se convierte en protagonista de la obra y sale de su mundo cotidiano.

La obra es diferente para cada lector, también la puede leer de forma distinta en dos etapas de su vida: por ej en su juventus y luego en su madurez.

Leer como acto de rebeldía

 

leer es un placer, se juega la posibilidad de ser otro, (una heroína, una reina).

La rebeldía puede ser una reacción natural.

 Relaciones de transtextualidad

INTERTEXTUALIDAD

presencia de un texto en otro.

cita:

 al pie de la página se aclara el fragmento de otro autor.

(Ej bibl. Borges, Jorge Luis, BREVES ENSAYOS, Bs. As, 1985  Edit Losada, págs 3-17).

plagio.  

Escribir un fragmento de otro autor como si fuera nuestro es un plagio.

PARATEXTUALIDAD

prólogo dedicatoria, epílogo, notas al pie de la página.

 

METATEXTUALIDAD

 Cuando un especialista estudia una obra literaria y escribe sobre el mismo texto, etc

en un prólogo.

ARCHITEXTUALIDAD

Relación entre un texto y el género al cual pertenece: novela, poesía, teatro, ensayo, artículo.

INTRATEXTUALIDAD

Relación entre un texto y otros de un mismo autor.

HACER REÍR. DEFINICIÓN DEL HUMOR

dicc: estado de ánimo.

Buen humor:  actitud alegre, ver el lado cómico o ridículo de las personas o situaciones.

mal humor. actitud negativa, irritada.S

 el humor muestra  la postura de alguien frente a la realidad

el humor como derrumbamiento de la lógica.

 ej  Si una persona camina delante de nosotros y de repente se cae uno intentará ayudarla pero por adentro se ríe porque  no es lógico.

El humor como crítica social

La crítica social es el compromiso en literatura de un autor frente a la realidad.

el humor se utiliza para hacer reflexionar al lector sobre la realidad, personajes o situaciones. EL lector acepta la mirada crítica del autor con humor, porque es más amable.

Se pueden observar los conflictos universales con humor.

RECURSOS DEL HUMOR

El humor es un rasgos propio del autor que puede ser usado en cualquier texto.

No es un género literario.

Exageración

Se exagera para provocar risa.

Doble  sentido

diferentes significados de una misma palabra según el contexto.

ej. Cuál es el colmo de un bombero? TEner un hijo chorro y una hija manguera.

Malentendido

Error de interpretación de una palabra o expresión.

ej confundir mundo entero con tero.

Contraste

oposición entre personas o cosas o situaciones.

Absurdo

situaciones disparatadas.

Ej. cuando crezca quiero ser una hormiga.

Ironía

Uso de palabras en el sentido contrario, como burla.

Parodia. imitación en forma de burla, o contrario a lo que se comunica.

Ej: ¡cuánto creciste! (cuando es un enano).  

EL lenguaje combina palabras e imágenes para narrar una historia o situación.

Las acciones de los personajes se organian en viñetas o cuadros que componen la secuencia narrativa.

Los rasgos faciales, enojo, ira, pena, dolor el autor los usa para expresar sus estados de ánimo. (frunció el seño con asombro, sonrió amablemente.

lunes, 12 de julio de 2021

RECUERDOS Y ANÉCDOTAS

R             Memorias de Napoleón , escritas desde Santa Helena.

 

 

Ah  Doctor, -decía Napoleón, a principio de octubre de 1819-  ¿dónde está el bello cielo de Córcega? Se detuvo unos instantes y continuó: La suerte no me permitió que inspeccionase esos sitios que me recordaban a mi infancia. Si hubiera querido, habría podido reservarme la soberanía. Una intriga, un cambio de humor cambió también mi elección; preferí la isla de Elba. Si hubiera seguido mi primer impulso, me habría retirado a Ajaccio y quizá no hubiera pensado en retomar el poder. No hubiera sido tan vulnerable sobre este punto.  Si uno no se juega con la palabra prometida, no estaría aquí. Pensé refugiarme en 1815; estaba seguro de reunir las opiniones, todos los votos, todos los esfuerzos. Me encontraba capaz de enfrentar el mal de ojo de los aliados.  Usted bien conocen los habitantes de nuestras montañas, su energía, su constancia, su coraje y con qué alma noble y orgullosa enfrenta al enemigo.

Las islas  tienen su defensa; los vientos, la distancia, las dificultades y el abordaje debilitan la agresión. El pueblo me hubiera tendido los brazos, como   mi propia familia, bien dispuesto los corazones ¿De verdad creía que treinta, cuarenta, cincuenta mil coaliciones habrían podido someternos? ¿Lo habrían siquiera intentado? ¿Qué soberano se hubiera comprometido en una plaza donde tenían todo para perder y nada para ganar? Pero, repito, el pueblo era mío; desde mi tierna juventud tuve un nombre y la influencia de Córcega. Las montañas escarpadas, los profundos valles, los torrentes, los precipicios no representaban ningún peligro para mí. Los atravesaba de un extremo al otro sin  encontrar resistencia.  Un insulto me enseñó que mi confianza  estaba mal fundada en Bognano (debe ser en la Academia militar) donde los odios y venganzas se extienden al máximo  y dónde se evaluaba la dote de un joven  por el parentesco de ser primos.

Yo fui bienvenido; se sacrificaron por mí, no era el sentimiento de un pueblo que me inquietaba; sabía que todos los brazos me eran devotos,  pero se dijo que yo me alejaba, que llegaba al puerto, mientras todos perecían. No quise encontrar un refugio en medio del naufragio de tantos hombres valientes.

Resolví retirarme a América, pero me incliné sobre  Inglaterra, porque  estaba lejos de preveer su  miserable hospitalidad. Una consideración me detuvo: una vez en Córcega, no temí la salida por las armas;  hubiera estado en el centro del Mediterráneo: Francia e Italia hubieran tenido la mirada en mí y la efervescencia no se habría calmado. Para  asegurar su reposo, los soberanos habrían necesitado acudir a mí. La isla habría sido diezmada por la guerra. No quería que ella me reprochara su desgracia. Abdicar a favor de mi hijo no era una utopía; deseaba que fuera más segura, con mayores ventajas para la nación; creía que paralizaría con ello el efecto negativo.

Ah, doctor, qué recuerdos Córcega me dejó. Gozo todavía de sus paisajes, de  sus  montañas.  Tengo locura, lo reconozco, por  el perfume que exhala. Quería mejorarla, hacerla feliz, hacer todo por ella; el resto de Francia no habría aprobado mi predilección. Pero los reveses llegaron  y no pude efectuar  mis proyectos ni mis planes. Pese a ser montañosa, tiene escasa  agua pues no tiene  ríos; fue un obstáculo, aunque la excelencia de su suelo y las disposiciones locales podrían haberlas remediado.

Las salinas, cerca de  Ajaccio, son limpias; se cultiva el café y la caña de azúcar y me proponía sacarle provecho. Quería favorecer  la industria, las ciencias y las artes.  Decidí darle facilidades a los ciudadanos, aumentar la población con familias extranjeras, en una palabra hacer que la isla pudiera autoabastecerse para ser independiente de los mercados del Continente. Habría adoptado un plan de fortificaciones, meditado largamente para que fuera inexpugnable. Saint Florete es una de las islas  más favorables al comercio;  cerca de Francia y en el confín de Italia, sus  puertos pueden recibir considerables flotas; son seguros, cómodos y la hubiera declarado una fortaleza;  hubiera tenido constantemente vasallos en  guardia. Estos eran mis planes concebidos, pero mis enemigos lograron dilapidar mi vida en las batallas; me convirtieron en un guerrero a un hombre que deseaba respirar la  paz.?? Los pueblos fueron engañados por las  estrategias; todo  terminó pero, si no pude ejecutar el proyecto para Córcega, tuve por lo menos la satisfacción de hacer  algo por Ajaccio; el puerto es pequeño aunque muy bien situado. ¡La patria! ¡La patria! Si Santa Helena fuera Francia, me hubiera gustado hacer algo por esta horrible roca.

Era un gran hombre Paoli; me quería y yo también: nos quería a todos. Estábamos en Corte, cuando tomó la funesta resolución de traspasar Córcega, bajo el dominio de los ingleses. Al principio fue todo un misterio. Gentile tampoco me lo dijo. Unas pocas palabras perdidas me hicieron despertar. Recapitulé sobre lo visto y oído; no dudé de sus planes: estaba lejos del informe. Varias veces me expliqué de forma indirecta.

Yo gobernaba  un regimiento  de guardia nacional; esperaba  triunfar sobre mis ideas, sobre mi antipatía; me propusieron actuar con ellos. No estuve atento; estaba anonadado por Francia; no quería  debutar traicionándola, pero debí escapar, ganar tiempo: pedí reflexionar.

 La amistad de Paoli me era cara; me costaba romper con él, aunque la patria era mi estrella polar. Me alejé, me escapé. Fui  recibido por los montañeses, puesto en prisión por cuarenta hombres: la posición era crítica; encontré el modo de salir; conversé con el capitán que me llenaba de loas y se arrepentía  de estar obligado a obedecer. Me invitó a tomar aire fresco; acepté; envié a mi lacayo a esperarme a quinientos  o seiscientos pasos, en  la ruta y  súbitamente tuve que ir al baño. Mi  carcelero me creyó y se alejó. Estaba sobre mi caballo  cuando se dio cuenta. Gritó, llamó a la guardia pero el viento se lo impidió; estaba fuera de su alcance, antes de que disparara.

Llegué a Ajaccio; los montañeses estaban tras mis huellas;  pedí asilo a los amigos. Barberi me recibió y me condujo a la costa de donde partiría a Calvi para reunirme con Lacombe  en Saint Michel. Escapé de las postas, de la policía que no pudo amarrarme. Paoli estaba desolado. Escribió, se quejó, amenazó. Traicionamos  sus intereses, los de nuestra patria; mis hermanos y yo no merecíamos los sentimientos que le inspirábamos; podíamos regresar, porque nos tendían los brazos pero éramos insensibles a sus consejos y a su ofrecimiento. La ejecución fue tan ligera que la respuesta pareció orgullosa. Bajó las manos frente a nuestra tropa, pilló, quemó nuestras propiedades, socavó todo. Nosotros lo dejamos hacer, inflamamos a los patriotas y corrimos en busca de socorro, pero la ciudad estaba ocupada. No pudimos desembarcarNos fuimos mojados, frente al Norte del GolfoLos rebeldes nos seguían; tuve tiempo de poner algunas piezas en el suelo; las cubrí de metrallas. Regresaron, sin embargo, me llenaron de reproches, se indignaron que uno de los suyos combatiera por Francia. Estaban subidos a los árboles  para que los escucharan mejor; uno  de los oradores estaba inclinado sobre una rama. Corté la rama, cayó; su caída alegró a la muchedumbre. Se dispersó y no lo vimos más. Llegamos a Calvi. Intentamos todavía algunos puñetazos que nos dieron ventaja; pero los ingleses habían desembarcado, los montañeses inundaban la llanura; no pudimos enfrentar   la tormenta.

Mi madre llegó a Marsella. Creía encontrar el patriotismo, una acogida digna de los sacrificios que hicimos y obtuvo apenas seguridad. Todo fracasó; mi presencia no servía para nada; dejé Córcega y me fui a París. 

Los federales venían de liberar Toulon. El futuro era un gran acontecimiento. No desesperaba de  ver abrirse  alguno que restableciese nuestros asunto; lo necesitaban; los montañeses los habían arruinados, estaban para siempre perdidos sin la Revolución.

El mal que nos había hecho Paoli nos había distanciado. Lo quería y me arrepentí siempre. Era grande, tenía una actitud noble y fiera, conocía a los corsos y tenía sobre ellos una influencia ilimitada. Tan hábil al mirar  la importancia de una posición como una medida administrativa; peleaba y gobernaba con sagacidad, con un tacto que no había visto jamás. Lo acompañaba en las compras durante la guerra de la libertad. Me explicaba, recorriendo el camino, las ventajas del terreno que recorríamos, el modo de sacar partido, como remediar los accidentes  que se presentaban. Recuerdo un día que íbamos a Pontecorvo, a la cabeza de un  ejército numeroso. 

Le hice ciertas observaciones sobre sus ideas. Me escuchó con mucha atención y mirándome fijamente me dijo: “Oh, Napoleón, no eres de este siglo; tus sentimiento son del tiempo de Plutarco. ¡Coraje! tú tomarás el camino”. Lo tomé por cierto, aunque  a él  le cambió la suerte: se refugió en Inglaterra, donde viviría en la época de las expediciones a Italia y a Egipto.  Mis victorias lo transportaban; las celebraba, exaltaba mi éxito: parecía que viviéramos en la intimidad pasada. Cuando llegué al consulado y logré el Imperio, fue aún más demostrativo: las fiestas se sucedían en su casa. Eran gritos de alegría y satisfacción. Ese entusiasmo no le gustó a los ministros ingleses y se lo reprocharon: “vuestros reproches son injustos”, les dijo. Napoleón es uno de los míos; lo vi crecer y predije su éxito. Esperan que desprecie su gloria, que abandone a mi país del honor que él les ofrece?  Sentí lo mismo por él. Quería hacerlo regresar, darle parte del poder, pero mis problemas me agobiaban y el tiempo me faltaba. Murió. No tuve la satisfacción de rendirle tributo de la grandeza que me rodeaba.

Dictado por el Emperador en agosto 1515 a bordo del Nortumberland, que lo conducía a Santa Helena.

En 1783 fue uno de aquellos que un concurso designaba en ese lugar para finalizar su educación en la escuela de París.  La elección anual era hecha por un inspector que recorría las doce escuelas militares. Ese empleo lo llevó de cabo a general  del actual rey de Baviera. Maximiliano, un anciano amable y correcto en sus funciones; amaba  a los niños y sentía un afecto particular por el joven Bonaparte, que joven  sobresalía en Matemáticas y lo monjes pensaban que sería mejor esperar un año para tener el tiempo de progresar en las otras materias: él no aceptó diciendo; “Sé lo que hago; si paso por encima de la regla no es por un favor a la familia; no la conozco; es por él mismo; percibo una chispa que no podríamos cultivar aquí. Aunque no tenía la edad suficiente, lo envió a París. Todo anunciaba desde ese momento las cualidades superiores, un carácter fuerte, ideas profundas. Desde su más tierna infancia, sus padres habían puesto en él todas sus esperanzas; al morir su padre, José, hermano mayor  contó que en su delirio soñaba con Napoleón, que estaba muy lejos, en el colegio.  Lo llamaba sin cesar para que acudiera a ayudarlo con su gran espada. Más tarde, un tío anciano en su lecho de muerte, le dijo estas palabras a José.” Eres el mayor de la familia pero aquí el jefe es él, señalando a Napoleón: no lo olvides jamás.”                                                                                           La toma de Toulon fue el inicio de su reputación; el recuerdo de este primer  triunfo quedó siempre presente y le gustaba recordarlo. (He aquí una parte del relato que se escribió a principio de septiembre de 1815,  a bordo del Northumberland hacia Sta Helena).

Cuando llegó a Toulon, C pensó  que una persona muy ignorante estaba al mando; este hombre soberbio  le pidió sus credenciales. Napoleón le presentó humildemente su carta donde le encargaban quedar bajo sus órdenes para dirigir las operaciones de artillería.

_Es inútil, dijo el hombre, acariciando su bigote. No tenemos necesidad de nada para retomar Toulon. Sin embargo, sea bienvenido. Usted tendrá su parte en la gloria del  incendio mañana, sin tener que fatigarse, y lo invitó a cenar. Se sentaron tres a la mesa; el general fue servido como un príncipe; el resto se murió de hambre, lo que chocó en tiempos de igualdad a los recién venidos…

Napoleón, juzgando desde ese instante las falencias y circunstancias de alrededor, se levantó, interpeló a los representantes, tomó la dirección del sitio que comandó como un maestro. C   limitado, no podía comprender qué y cómo se debía  atacar.

 

Napoleón y  Lowe  en Santa Helena

 

Existe un coraje moral tan necesario como el coraje en el campo de batalla.  Lowe no la tuvo con nosotros, soñando con nuestra posible huida, en vez de emplear  los únicos medios sabios y razonables para impedirla.  Mi cuerpo está en mano de estos inservibles, aunque mi alma se siente tan orgullosa, tan independiente como a la cabeza de cuatrocientos mil hombres o sobre el trono, cuando nombraba reyes. Lowe hizo reclamos para reducir los gastos y le pidió prestado dinero al emperador que respondió; todos estos detalles me son punibles, poco nobles; me podrá poner sobre carbones ardiendo que no le daré el oro que no tengo.  Quién le pide algo? Quién le pide que me alimente? Cuando disminuyan las provisiones, si tengo hambre estos soldados valientes que aquí ve (señalando con su mano) tendrán piedad de mí, me sentaré a su mesa, no me rechazarán, estoy seguro, al primero, al más viejo soldado de Europa.

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Napoleón, habiéndoles reprochado al gobernador de haberse quedado con algunas obras enviadas, éste le respondió que venían a nombre del emperador.

_Y quién le dio el derecho de disputarme el título? En pocos años usted y todos los demás estarán amortajados en el polvo del olvido. Si conocerán sus nombres será por las iniquidades que han ejercido conmigo, mientras que yo seré siempre el tema, el adorno de la historia y la estrella de los pueblos civilizados. Vuestros libelos no pueden nada en mi contra. La verdad penetra las nubes, brilla como el sol y es imperecedera.

 

Napoleón pedagogo

 

Se ocupaba de la futura educación del rey de Roma y soñaba con establecer un instituto, donde habría reunido todos los príncipes de las casas imperiales, sobre todo aquéllas ramas que había puesto sobre tronos extranjeros al cuidado de una educación particular con todas las ventajas de una educación global.

Destinados a ocupar diferentes  países y a reinar en diferentes naciones, estos niños hubieran adquirido principios comunes, hábitos similares, ideas parecidas, lo cual mejoraría la fusión y la uniformidad de las partes federativas  del imperio. Cada príncipe traería diez o dos nobles de su edad que habrían ejercido su influjo a su regreso. No dudo que otros príncipes de otras dinastías extranjeras a mi familia me habrían solicitado como un enorme favor el admitir a sus hijos. Y qué beneficio hubiera resultado para el bienestar de los pueblos unidos en Europa.

Todos estos príncipes estarían juntos desde la infancia y separados del influjo nefasto de las pasiones heredadas: el ardor de las preferencias, la ambición del éxito, los celos del amor.

 

LOS TESOROS DE NAPOLEÓN

 

Quieren conocer mis tesoros? Dicen que son inmensos. Sí, es cierto, pero están expuestos en pleno día. Aquí están. las bellas fuentes d´ Anvers, las de Flessinque, capaz de contener los numerosos escardres  y preservarlos de los hielos del mar; las obras hidráulicas de Dunkerque, del Havre, de Niza; el gigantesco bassin de Cherbourg; las obras marítimas de Venecia, las rutas d´Anvers a Amsterdam, de Moyence a Metz , de Bordeaux a Bayonne, los pasajes  de Simplon  de  mont  Cenis  , a mont Ginebra, de la Corniche, que se abren a los Alpes en las cuatro direcciones; en todo esto la suma daría 800.000 millones. Estos pasajes sobrepasan en audacia y en grandeza y en esfuerzo a los trabajos de los romanos.

Las rutas de los Pirineos a los Alpes, de Parma a la Spezzia, de Savone al Piemonte; los puentes d´Iena, d´Austerlitz , de las Artes, de Sèvres, de Tours, de Roanne, de Lyon, de Rutin, d´Isère, de la Durance, de Bordeaux, de Rouen, etc. El canal que conecta  el Rin al Rhône por Doubs, uniendo  los mares de Holanda y el Mediterráneo, el que acopla l´Escaut a la Somme  juntando Ámsterdam a París; el que ensambla Rance a la Vilaine; el canal d´Arlès, el de Pavia, el del Rin.

Los secados de  los pantanos de Bourgoin, de Cotentin y de Rochefort. El restablecimiento de la mayoría de las iglesias demolidas durante la Revolución; la construcción de las nuevas; la construcción de un gran número de establecimientos industriales para terminar con los mendicantes. La edificación del Louvre, los graneros públicos de la Banque, el canal de l´Ourcq; la distribución del agua en París; las numerosas cloacas, las estaciones: el embellecimiento de los monumentos de la París; los trabajos para embellecer  también a Roma; el restablecimiento de las manufacturas de Lyon; la creación de varios centenares de manufacturas de algodón, de hilado y de telas que emplea a varios millones de obreros; los fondos acumulados para crear más de cuatrocientas manufacturas de azúcar, de berenjena para consumir en gran parte de Francia  que habría  abastecido  de azúcar al mismo precio que en la India, con sólo haberla  alentado durante cuatro años. La sustitución del pastel al índigo que habría alcanzado un grado de perfección similar a la de las colonias, para todos los objetos de arte; cincuenta millones de empleados para embellecer los palacios reales en Francia, Holanda y Turín; sesenta millones de muebles colocados en esos palacios de la nobleza; sesenta millones de diamantes  de la corona comprados con el dinero de Napoleón: el “regente”, el único brillante que quedaba de la corona de Francia rescatado de manos de los judíos en Berlín y tasado en 3 millones. El museo de Napoleón, estimado en cuatro millones, solamente con adquisiciones legítimamente compradas o con  dinero o con tratados de paz, conocidos por todo el mundo, cediendo territorios o contribuciones; varios millones gracias al desarrollo de la agricultura, que es el mayor interés de Francia; la institución de carreras de  caballo; la introducción de merinos etc.

He aquí lo que forma un tesoro de varios miles de millones que durará a través de los siglos. 

           

EL PERRO DEL HERIDO

 

Napoleón en uno de sus combates en Italia, atravesó tres o cuatro veces el campo de batalla donde no aun no habían recogido a los muertos.

“Era un bello claro de luna y en la profunda soledad de la noche, de repente un perro se abalanzó por encima de la ropa de un cadáver y se lanzó sobre mí, pero regresó a su gîte dando aullidos de dolor; lamía cada tanto la cara de su dueño y se lanzaba de nuevo contra mí  y mis acompañantes; era a la vez pedir socorro y busca venganza. Nunca  en ningún lugar   un acto en sí me causó una impresión similar. Este hombre muerto tal vez tenía amigos, tal vez aquí mismo, en su regimiento, abandonado por todos, excepto por su perro. Qué lección la naturaleza nos daba por intermedio de un animal. Lo que es el hombre y qué misterio son sus impresiones. Yo ordené la batalla  que debía decidir la suerte del ejército; vi con mis ojos secos ejecutar los movimientos que llevarían a la pérdida de un gran número de entre nosotros y ahora, me sentí conmovido por los ladridos de dolor de un perro. Ciertamente, en ese momento hubiera sido más amable con el ruedo del  enemigo. Recordaba a Aquiles, entregándole el cuerpo de Héctor, frente a las lágrimas de Príamo.

 

EL VOCABULARIO DE María Luisa

 

Un día Napoleón, descontento de un envío de Viena le dijo a la Emperatriz en su cólera y malhumor: “vuestro padre es un ganache”.

María Luisa, ignorante de muchos términos franceses, preguntó al primer cortesano qué significaba la palabra. A esta pregunta inesperada, el cortesano respondió balbuceando que el sentido era ser un hombre sabio, de peso, de buen consejo.

Días después, con la memoria fresca aun de la nueva adquisición de su vocabulario, presidió el Consejo de Estado y viendo que la discusión se animaba más de lo esperado, interrumpió diciendo: Está en ustedes ponerle de acuerdo en esta ocasión importante; ustedes serán nuestro oráculo, pero yo lo tengo por la primera y mejor ganache del imperio.”

El emperador, al contarle la anécdota se reía a las carcajadas. Ah, qué pena que no sea verdad! Vea usted el conjunto: la pesadez de Cambacère, la hilaridad del Consejo y el embarazo de la pobre María Luisa, aterrada con su éxito.

 

NAPOLEÓN EN EL TRABAJO

 

Vi al Emperador en el Consejo de Estado tratar los asuntos durante ocho, nueve horas seguidas y levantar la sesión con las ideas tan claras, la cabeza tan fresca como al comienzo. La vi leer en Santa Helena durante diez, doce horas seguidas, sin parecer en ningún momento fatigado.  A sus colaboradores les costaba muchísimo seguirle el ritmo.

 Napoleón  tuvo siempre estima por D… sobre todo durante la campaña de Rusia y repetía a menudo que en al trabajo de buey unía el coraje de un león.

El trabajo era su elemento; había siempre llenado todos sus instantes tan bien que, cuando fue ministro secretario del Estado alguien quejándose  de la inmensidad de trabajo que lo absorbía, le respondió: al contrario, es divertido; es desde mis nuevas funciones que me parece no tener nada que hacer.  Pero una vez se tuvo que rendir. El Emperador le pidió pasada la medianoche de trabajar. Daru estaba tan agotado que apenas sabía lo que escribía. La naturaleza lo pudo y se durmió sobre el papel. Después de un sueño profundo abrió los ojos y vio al emperador tranquilamente a su lado. Por las velas consumidas le mostraron que su sueño había sido prolongado. Aterrado, confundido, sus miradas se encontraron y Napoleón le dijo; Y bien, sí señor, estoy haciendo su trabajo, ya que Usted no lo quiso hacer. Pensé que había cenado bien y pasado una tarde agradable.

_Ah, Sire, le respondió Daru. Hace varias noches que paso trabajando  y su Majestad ha sido testigo de la triste consecuencia que me aflige...

Por qué me dice eso? No deseo matarlo. Vaya a acostarse; buenas noches.

Podemos reprochar  la anécdota, según las Memorias del Consejo de Estado, donde Daru, como muchos otros, supo sostener firmemente su opinión.

Gassendi, el  general de artillería, encargado de la división de la administración  bélica , apoyaba un día su opinión sobre razonamientos en las doctrinas de los economistas. Napoléon  que los detestaba lo interrumpió diciendo fuerte:

_Pero general,  que lo hizo tan sabio? De dónde fue a desterrar esos principios?

_ A su lado, su Majestad.

Vayas, vaya, mi querido general; se habrá dormido en su escritorio y debe haber soñado todo esto en el sillón.

Éste, de  temperamento agudo le replicó al instante: _ Por Dios, sí, dormirme en los sillones; sería un marmota, gracias al trabajo y al tormento que nos da día y noche vuestra Majestad.

_ Y bien, en buena hora, gritó alegremente Napoléon, vean un hombre sincero. Y la broma hizo reír a ambos.

DEVOCIÓN DE SUS SOLDADOS.

 

En una batalla, una bomba lanzada cayó a mis pies. Dos soldados que estaban a mi lado me tomaron y abrazaron estrechamente, el uno por adelante y el otro por el costado haciendo como una rempart con sus cuerpos contra el efecto de la bomba que estalló y nos llevó de polvo. Caímos en el hoyo formado por la explosión. Uno de los soldados estaba herido. Los nombré a ambos oficiales. Uno de ellos perdió una pierna en Moscú y gobernaba en Vincennes, mientras abandoné París. Cuando los rusos le incitaron a rendirse respondió: -de inmediato, cuando me traigan la pierna que perdí en Moscú, les devolveré la fortaleza.

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A menudo  fui salvado por soldados y oficiales que me protegían, cuando me encontraba en medio de un peligro eminente.  En Arcole, mi ayuda de cámara se tiró y me cubrió con su cuerpo, recibiendo la herida que me era destinada. Sacrificó su vida para salvar la mía. Jamás he visto tanta devoción por parte de mis soldados. En todas mis desgracias jamás un soldado, aún expirando, se quejó de mí; jamás un hombre fue servido más fielmente por sus tropas. La última gota de su sangre corría por sus venas con el grito de: viva el Emperador!  A menudo me exponía en los campos de batalla pero me escondían cuidadosamente, Qué confusión, qué desorden hubiera resultado el más ligero ruido, la más pequeña duda tocando mi existencia. Mi visa se ligaba a la suerte de un gran imperio; toda la política y los destinos de Europa. Jamás corrí tanto peligro como en la batalla de Brienne (29 de enero 1814). En ese combate alrededor de veinte o veinticinco ulanos, no cosacos, rodearon una ala de mi ejército para caer sobre un sector de mi artillería. Al caer el día, le horizonte se oscurecía. Se encontraron, no sé cómo, en presencia de mi Estado Mayor. Cuando nos vieron, se turbaron y no sabían qué hacer; sin embargo, ignoraban quién era yo y durante un tiempo no los reconocí. Pensé que formaban parte de mis tropas pero C los reconoció y me señaló que estábamos en medio de nuestros enemigos. Al mismo tiempo estos alanos asustados y no sabiendo qué hacer huyeron  e intentaron salvarse. Mi Estado Mayo hizo fuero sobre ellos. Uno de los ulanos galopó cerca de mí, sin reconocerme y me pegó vigorosamente en la rodilla con su mano; tenía una lanza granada  pero fue su otra mano que me tocó. Creí al principio que era alguien que pasaba bruscamente, me di vuelta y vi a un enemigo. Puse la mano en el arcón ¿?? De mi montura para tomar la pistola y tirar sobre él. Había desaparecido. Ignoro si lo mataron o escapó. Ese día tiré mi espada, lo que me ocurría rara vez pues yo ganaba las batallas por un golpe de vista y no con mis brazos.

          

SOBRE EL FATALISMO

            

 Me hacen pasar por un fatalista. ES más seguro de ocuparlos, de pegarles  ( pág 74)             

Más absurdo que por ideas justas. Pero un hombre con sentido común puede detenerse un instante. O el fatalismo admite el libre albedrío o lo rechaza. Si lo admite es un resultado fijo de antemano que pourtant la menor determinación, un solo paso, una sola palabra puede variar hasta el infinito.

Si el fanatismo no admite el libre albedrío es diferente; entonces, cuando se nace habrá que festejarlo sin cuidarlo; si uno está irrevocablemente convencido de que viviré, aunque no le den ni de beber ni de comer, crecerá siempre. Una doctrina sostenibles no son más que palabras.

Los turcos, patrones del fatalismo no están persuadidos; de otra manera no harían casos de los médicos ni de la medicina y aquél que ocupa un tercer lugar no se preocuparía de descender las escaleras, descendería de inmediato por las ventanas y veréis a qué absurdo esto conduce.

 

Cómo transformar País en Versalles

 

Si el cielo me hubiese dado veinte años de tregua y un poco de tranquilidad se hubiera buscado en vano el viejo París, del cual no hubiera quedado vestigios y habría cambiado a Francia. Con poner mi energía y perseverancia hubiera mostrado la diferencia entre un emperador constitucional y un rey de Francia. Estos reyes no tuvieron administración ni municipios; sólo se mostraron como grandes Señores que se ocupaban de sus cosas.

En Francia se tiene el gusto de proveer y de gustar. Todo para el momento y para el capricho: nada para perdurar. No quedó nada barroco; no existe un teatro francés ni una ópera digna.  Con frecuencia estuve en contra de las fiestas que París deseaba obsequiarme con comidas, bailes, fuegos de artificios de ochocientos mil francos donde se obstruía las plazas por varios días y que costaba tanto armar como desinstalar  después. Yo demostraba que con esos  mismos gastos  se podían construir monumentos espléndidos y durables.

Gasté 30 millones  que nadie tendrá en cuenta. Hice demoler casas frente a las Tullerías para formar el Carrousel y para que se vea  el Louvre; lo que hice fue inmenso.

Soñaba con hacer del palacio de Versalles un barrio vecino; hubiera demolido

 las ninfas de mal gusto de los bosques, todos sus adornos y reemplazado con monumentos de nuestros triunfos y nuestra gloria nacional, colocados en la capital de Europa que sería visitada por el resto del universo.

 

 

 

Consejos de Napoleón a su hijo, el aguilucho

 Murió a los 24 años,  enfermo de tisis en Viena.  

 

Mi hijo no debe intentar vengar mi muerte; debe aprovecharla. Que el recuerdo de mi empresa nunca lo abandone; que sea francés hasta la punta de los dedos. Todos sus esfuerzos deben tender para reinar en paz. Si quisiera, para imitarme recomenzar la guerra actuaría como un simio. Emprender mi obra supondría que nada hice. Terminarla sería mostrar la solidez de mis fundamentos, terminar el edificio, la construcción que estaba en su esbozo: uno no repite dos veces lo mismo en un silo.

Yo estuve obligado a subordinar Europa por las armas; hoy se la debe convencer. Salvé la Revolución de perecer, lavé sus crímenes y mostré un pueblo resplandeciente de gloria. Implanté ideas nuevas que no deben retroceder en Francia y en Europa. Él debe sembrar, desarrollar todos los elementos de prosperidad que encierra la tierra francesa. A este precio puede devenir un gran soberano.

Los Borbones no continuarán el reinado. Cuando muera, reaccionarán a mi favor, aún en Inglaterra. Será una buena herencia para él. Es posible que para hacer olvidar  el recuerdo de mis persecuciones, los ingleses favorezcan su regreso  al trono.

Para vivir en armonía con ellos deberá favorecer los intereses comerciales a todo precio.  Esta necesidad llevará a dos consecuencia. Combatir o compartir con ese país el comercio del mundo. Esta última condición es la única posible. La cuestión extranjera predominará aun por mucho tiempo en Francia a la cuestión interna. Le lego suficientes fuerzas y simpatías para que pueda conciliar mi obra con las armas de la diplomacia.

Su posición en Viena es deplorable. Austria la entregará sin condiciones. Después de todo, Francisco I estuvo en una posición similar y más caótica. (Carlos V lo hizo prisionero).

Que nunca suba al trono con ayuda de los extranjeros. Su fin no debe ser solamente reinar sino merecer la aprobación de la posteridad. Que se acerque a mi familia, cuando pueda. Mi madre es una mujer de principios. José y Eugenio pueden darles buenos consejos. Hortensia y Carolina son mujeres superiores.

Sin permanece en el exilio que busque una princesa en Rusia; es la única Corte donde los lazos familiares dominan la política. La alianza matrimonial debe tender a aumentar el influjo francés hacia el exterior y no introducir   el consejo del influjo extranjero.

La nación francesa es la más fácil de gobernar, si uno la toma en seria, nada iguala su pronta  y fácil comprensión; diferencia al instante mismo cuando trabajan para ella o en contra de ella; se debe siempre hablarles a sus sentidos porque si no su espíritu inquieto la roe y fermenta dejándose llevar.

Mi hijo llegará después de revueltas civiles; deberá desconfiar del duque de Orleans, que sólo confié en el pueblo.

Excepto aquellos que  traicionaron la patria, debe olvidar los antecedentes de todos y recompensar el talento o el mérito, los servicios, donde los encuentre. Chateaubriand, pese a sus libelos, fue un buen francés.

Francia es el país donde los jefes tienen menos influencia; apoyarse en ellos es batirse contra el viento, con un fantasma. Uno alcanza los grandes logros apoyándose en la población.  De cualquier modo, un gobernante debe buscar su apoyo donde lo encuentre. Existen leyes morales tan inflexibles e imperiosas como las leyes físicas. Los Borbones sólo puede apoyarse en la nobleza, el clero, cualquiera sea la Constitución que hayan adoptado. El agua recobra su nivel más allá de la causa que la elevó.

Yo me apoyé sobre todos y sin excepción en los estratos sociales más bajos. Di el ejemplo de un gobierno que benefició el interés de todos. No goberné por o para los nobles ni los curas ni los burgueses ni los ATELIER.  Goberné para toda la comunidad, para toda la familia francesa.

Fragmentar los intereses de la nación es no servirla; es engendra la guerra civil. No se divide lo que es indivisible por naturaleza; uno la mutila.

No le concedo ninguna importancia a la Constitución pese a haber dictados las bases principales: buenas hoy pueden quizá ser malas mañana. Nada debe definitivamente hacerse sin el consentimiento formal de la nación. El principio fundamental debe ser universalizas los votos.

Mi nombre no le será de ningún apoyo.  Me hacía falta más de una generación para conservar por tradición, el depósito sagrado de todas las conquistas morales.

Desde 1815  todos estaban francamente contra mí. No contaba ni para los mariscales ni para la nobleza ni para los coroneles, aunque todo el pueblo, toda la armada hasta el grado de capitán estaban a mi favor. Mi confianza no los traicionó; me deben mucho; era su verdadero representante. Mi dictadura fue indispensable y la prueba fue que me ofrecieron siempre el apoyo que deseaba y el poder más allá del deseado.

Hoy, en Francia, sería imposible y será igual para él; le disputarán el poder; debe prevenir todos los deseos de libertad.

Es más fácil reinar en tiempos pacíficos con las Cámaras;   la Asamblea se lleva gran parte de nuestra responsabilidad y nada mejor que obtener la mayoría en ella. Pero se debe tener cuidado para no desmoralizar al país; la influencia del gobierno es inmensa en este país. Si sabe conducirse no habrá necesidad de corromper para lograr el apoyo. reinar para repartir educación, moral y bienestar. Todo lo falso es un mal apoyo.

Siendo joven tuve yo mismo ilusiones de las cuales me repuse pronto. Los grandes oradores que dominan en las Asambleas, por el brillo de su palabra son por lo general mediocres; no se los debe combatir con la palabra; encontrarán siempre otras más altisonantes que las nuestras, se los debe enfrentar con el razonamiento lógico y la síntesis oral. En el Consejo de Estado había individuos más elocuentes pero los enfrentaba con el simple argumento: 2+2 es 4

Francia está llena de hombres pragmáticos muy capaces. El  tema es encontrarlos y darlos un medio de sobresalir.

Que mi hijo no se asombre de encontrar gente  en apariencia razonable que le proponga proyectos absurdos sobre la ley agraria hasta el despotismo turco; todos los sistemas tienen su apología en Francia; que  los escuche pero mida en su justo valor lo propuesto y se rodee de hombres capacitados en el país.

El pueblo francés tiene dos pasiones igualmente poderosas que se oponen aunque derivan del mismo sentimiento; es el amor a la igualdad y el amor a las distinciones. Un gobierno no puede satisfacer ambas necesidades con excesiva justicia. Es necesario que la ley y la acción del gobierno sean iguales para todos, que los honores y la recompensa sean para los más dignos. Uno perdona el mérito, pero no perdona la intriga. La Legión de Honor fue una inmensa y poderosa recompensa para la virtud,, el talento, el coraje; mal empleados sería una tragedia. Toda la armada enloquecería, si fuera mal administrada.

Mi hijo estará obligado a reinar con libertad de Prensa: es una necesidad. La libertad de prensa debe estar en manos de un gobierno poderoso, como socorro para llevar a todos los rincones del Imperio las doctrinas sanas y los buenos principios. Abandonarlos es peligroso. A la paz general yo hubiera instituido una dirección de la prensa, compuesta de las más altas capacidades del país y habría difundido hasta el último albergue  mis ideas y mis intenciones. Es imposible quedarse estancado como hace tres siglos, como un tranquilo espectador de la transformación de la sociedad; se debe, bajo pena de muerte o conducir todo o prohibir todo.

No se trata para gobernar de seguir una teoría más o menos buena sino construir con los materiales que uno tiene a mano. Se debe tomar en cuenta  las necesidades y aprovecharlas.

Mi hijo deberá ser un hombre con ideas nuevas y divulgar la causa que hice triunfar en todos lados. Regenerar los pueblos a través de los reyes; establecer instituciones que hagan desaparecer las huellas feudales que aseguren la dignidad del hombre para que se desarrollen los gérmenes de la prosperidad, que yació inerte durante siglos. Hacer participar a todos lo que hoy pertenece a algunos, reunir a Europa con lazos federales indisolubles, propagar en todos los partidos del mundo –en este momento bárbaros e incultos- los beneficios del cristianismo y de la civilización. Este deberá ser el fin de todos sus pensamientos. Esto es la causa por la cual muerte mártir. Al odio del cual fui objeto por parte de los oligarcas que mide la santidad de mi causa.

Veamos los reinos, regicidas; antes estaban en el consejo de un Borbón; estarán mañana en la patria de ellos y yo y los míos expiamos en el exilio los beneficios que intenté dar a las naciones. Mis enemigos son los enemigos de la humanidad; desean encadenar a los pueblos que miran como una tropa y pretenden  oprimir a Francia. Que tenga cuidado; o sea que desborden.

Con mi hijo los intereses opuestos pueden vivir en paz y las ideas modernas extenderse y fortalecerse sin sacudidas y sin víctimas; muchos males serán esparcidos a la humanidad. Pero si el odio ciego real persigue mi sangre, después de mi muerte, entonces será vengado cruelmente. La civilización perderá de todos modos, si en los pueblos se desencadenan ríos de sangre y se expanden por toda Europa. La luz desaparecerá en medio de guerras civiles y guerras extranjeras; hará falta trescientos años de miserias para destruir en el continente europeo la autoridad real que en el pasado representaba la autoridad de todos y que le costó varios siglos desprenderse de la estrechez del Medioevo. Si, por el contrario, el Norte avanza con la civilización, la lucha será menos larga pero los golpes más funestos. El bienestar de los pueblos, todos los resultados obtenidos desde hace años  estarán perdidos y nadie podrá prevenir el resultado final. Los pueblos, como los reyes, tendrán interés en el porvenir de los acontecimientos. Fuera de las ideas y los principios por los cuales combatimos y que triunfamos, no entreveo más que esclavitud o confusión para Francia como en Europa.

Editen lo que les dicté y comprometan a mi hijo de meditarlo. Le dirán que proteja a todos los que me han servido bien y el número es muy grande. Mis pobres soldados, tan magnánimos, tan devotos, tal vez tengan hambre. Cuánto coraje y sentido común tiene el pueblo francés, cuántas riquezas perdidas. Europa marcha hacia una transformación inevitable; retrasarla será debilitarla por una lucha inútil; favorecerla será fortalecerla con la esperanza y voluntad de todos. Existen ese deseo de nacionalidad, que se debe satisfacer tarde o temprano y es hacia ese fin que se debe avanzar.

La posición de mi hijo no estará exenta de muchísimas dificultades. Que él haga, con la aceptación de todos, lo que las circunstancias me obligaron a hacer por las armas. Vencedor de Rusia en 1812 el problema de una paz de cien años se habría resuelto; yo corté  el nudo gordiano, hoy  se necesita desatarlo. Los recuerdos de los tronos que elevé levanté en interés de mi política general debe ser separado. En 1815 les exigí a mis hermanos que olvidaron sus coronas y que fueran nombrados príncipes franceses, Mi hijo debe seguir este  ejemplo pues no seguirlo alarmaría justamente.

No es en el Norte que se resolverán las graves cuestiones; es en el Mediterráneo, allí hay para contentar todas las ambiciones de poderes y con jirones de tierras salvajes se puede terminar la felicidad de los pueblos civilizados.

Que los reyes razonen; no habrás más en Europa materia para entretener los odios internacionales. Los prejuicios se disolverán. Se agrandarán, se confundirán; las vías de comercio se multiplicarán y no será posible que una nación conserve el monopolio.

A fin de que mi hijo sepa si su administración es buena o mala, si las leyes están de acuerdo con las costumbres, que se haga presentar un informe anual con los motivos opuestos por el tribunal. Si los crímenes o los delitos aumentan es la prueba que la miseria se acelera, que la sociedad está mal gobernada; su disminución probaría lo contrario.

Las ideas religiosas tienen más importancia que lo supuesto por filósofos limitados, Pueden rendir grandes servicios a la humanidad. Estando bien con el papa, uno domina todavía en la actualidad la conciencia de millones de hombres. Pío VII será positivo para mi hijo; es un anciano  tolerante e inteligente. Acontecimientos fatales entre nosotros fueron nefastos para mi gobierno; me arrepiento; el cardenal F y yo no nos entendimos. 

Si ustedes logran regresar a Francia encontrarán muchos hombres fieles a mi memoria. El mejor monumento que pueden elevar es reunir en una obra todos los pensamientos que di en el Consejo de Estado para la administración del Imperio, todas las instrucciones a mis ministros, hacer una nomenclatura de los trabajos que  emprendí, todos los monumentos que hice alzar en Francia e Italia. (nombra cuatro personas que podría ayudar para ese trabajo  y encarga a uno en especial de escribir sobre su política exterior y los planes generosos que indicaba en las guerras).  Habría que diferencias  lo dicho en el Consejo de Estado, para  el momento futura  y su aplicación.

Que mi hijo lea y medita a menudo la historia, es la única verdad filosófica. Que lea y medite las guerras de los grandes capitanes; es el único medio de aprender a pelear.

Pero todo lo que le digan, todo lo que aprenda le servirá poco, si no tiene en el fondo de su corazón el fuego sagrado, el amor hacia el Bien para emprender grandes acontecimientos.

Espero sea digno de su destino. Si no os dejan ir a Viena…

El emperador se sintió mal de repente y su voz se extinguió, Asustado le suplicaron que suspendiera lo dictado.

Nunca más lo retomó.


 (parte de las Memorias de Napoleón , escritas desde Santa Helena.) traducción  del francés de C B